5/9/09

Capitulo 3

Ambos se sostuvieron la mirada por un buen tiempo, fulminándose, cada uno por distintas razones, pero él no iba a permitir que se le escapara, no después que le manifestara su conocimiento de esa cosa, necesitaba respuesta y ella se las iba a tener que dar.


- ¿Quién eres?- le pregunto Rodrigo y ella por primera vez sonrío perversamente.
- Quién va a ejecutarte- le contesto, por primera vez deseándolo, sacándose el agarre de él se aparto caminando hacia el centro de la ciudad.

Rodrigo, no pudo evitar sentir corriente cuando la sujeto, eso sólo le había pasado con esas cosas, las que decían llamarse Odinas, entes del agua. Pero ella no tenia las particularidades de ellas, era tan humana como él y con un temperamento explosivo, al final, no pudo más que sentirse divertido ante su sentencia, le parecía gracioso que una niña de no más de 1.60 metros y menos de 50 kilos hiciera esa aseveración, el podría matarla fácilmente. Pero su comentario sólo abrió su curiosidad.


- Rodrigo- le llamo Susana.
- Hola chica- le contesto, aún con la sonrisa en la cara
- Anoche me dejaste preocupada- mirándole perpleja ante la estúpida sonrisa preguntó- qué pasa.
- Pensé que no te vería hoy- desvió el tema.
- Como no me ibas a ver hoy, siempre nos juntamos en las mañanas en tu pieza, además que haces tan temprano acá, no fuiste a tu pieza anoche, pensé que te había pasado algo- Rodrigo le acaricio el rostro, Susana era como su hermana, y él sabía que su acompañante tenía la culpa de que su luz fuera escasa, sabía que sin ella él la perdería, como había perdido a su hermana.

- Sabes que gozo de cierta inmunidad entre las calles, al igual que tú... Cómo está Samuel- le volvió a cambiar el tema.
- Como siempre reclamando, dice que lo deje trabajar, que él es el hombre- sonrió tristemente.- pero sabe que si deja el liceo me hará mas daño que nadie….sabes cuando Samuel me dice eso es cuando más extraño a tu madre, era buena aconsejándolo para que no dejara el colegio.
- Mi madre tenía ese don de hacer que todos cambiásemos- le contesto, su rostro afligido por la perdida.
- Lo siento…
- No lo sientas…yo ya no lo siento-le contesto intentando sonreírle.
- Pero sé que debes extrañarla.
- Hoy no, anoche pasaron demasiadas cosas.
- En que estás metido
- En nada que no me haga feliz, tranquilízate Susana, ya tienes demasiadas preocupaciones- deslizando diez mil pesos a sus mano le dijo- con esto podrás cocinar en dos o tres días, estoy hablando con mi jefe para que te incluya en el trabajo, pero por el amor que le profesas a tu hermano, deja de ser tonta.- ella le sonrió en agradecimiento- incorporándose le compró el desayuno.

- Y dime qué estabas haciendo solo acá- el comentario lo saco de eje, el no había estado solo.
- No estaba solo- le afirmó
- Claro, a lo mejor temprano no, por lo que veo- le dijo con una sonrisa pícara al ver las dos viandas desocupada.
- No, estuve acompañado minutos antes que tú llegaras- Susana se encogió de hombros, no lo iba a contradecir, era natural que intentara llenar vacíos. Después de todo no había pasado mucho tiempo desde la perdida de su familia, sobre todo de Javiera y ella sabía que aún le afectaba.
- En serio estuve acompañado, había una chica con migo- le insistió preocupado que le creyera loco.
- ¡Qué bueno!-le siguió la corriente- ¡volviste a los pasos!.
- ¡Nunca!- le dijo tajantemente, fulminándola con la mirada.- nunca volveré a eso.- agrego suavemente, intentando apaciguarse, era de loco pensar que volvería a hacer lo mismo.
- Está bien pero no te enojes, simplemente me alegraría que volvieras a ser tu mismo.
- Las cosas cambian Susana, te lo he dicho millones de veces y a los únicos que voy a cuidar son a ti y a Samuel, porque son parte de mi familia., pero nunca volveré a ser quien fui.
- Lo se, simplemente…
- ¡Vasta!- deslizando los últimos mil pesos que le quedaban pagando la cuenta y se fue.


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Lehilha caminaba por el centro intentando comprender lo aquel hombre le hacía sentir, ¿emociones?; si no pensaba en él, su alma se volvía plana, ¡qué mierda!, él debía ser ejecutado, dónde estaba Lilith cuando la necesitaba; él no tenía marca y sin embargo conocía a los ángeles y lo peor y más absurdo, los despreciaba, ¡el humano se había atrevido a desterrar el suyo!, su alma debía estar corrompida, defintivamente, pensó, por lo tanto, si se lo volvía a encontrar y era capaz de verla comenzaría el conteo del juicio, siete veces.


Cuando volvió a la playa, encontró al grupo, ahí estaba su hombre, el muchacho a quien había estado persiguiendo durante un mes esperando la sentencia, para su satisfacción su ángel sería liberado, hoy era la séptima vez. Cuando él la miró, pudo hacerse visible para todos, inmediatamente comenzó la previa a la ejecución, integrándose al grupo empezó tejiendo su red a medida que este bebía. De cuando en vez miraba a su pobre protector, quien mostraba señales de estar sufriendo, esta era su recompensa, liberarlo del idiota a quien protegía. Terminando su red lo llevo al callejón que estaba entre el Casino de Juegos y el hotel, en ese lugar, durante la noche, no se veían ni las sombras, era bastante discreto para que ella lograra la ejecución.
Lehilha!- le dijo éste con voz ronca, comiéndosela con la mirada- pensé que no te vería nuevamente.
- nunca menosprecies el número de la suerte- le coqueteo
- no, no podría despreciarlo- la volvió a devorar con la mirada- y menos si es un número que te trae a mi.- ¡listo! estaba atrapado. Miró la cara de suplica del ángel, si no fuese por su carencia de emociones estaría desconsertada, ¡si el pobre estaba tan oscuro! ¿por qué sufría por él?. Ella sabia que ser ejecutora significaba salvarle el alma a los humanos y darle libertad a los ángeles, el no tener sentimientos hacia que lo primero no la molestase, ese había sido el pacto, amaba a los etéreos, y dejarlos libres de criaturas horribles era lo que le daba paz, que los protectores quedaran libres para limpiarse y buscar otra alma e incluso ella rogaba por que esa alma fuera buena, aunque las vidas humanas duracen unos pocos años, eso era mejor que unos pocos años con humanos como al que iba a ejecutar.


El hombre la agarro por la cintura sacándola de sus pensamientos, dándole la oportunidad de iniciar la plegaria, mientras sentía la excitación del humano en su estomago, guac, ¡qué asco!. El humano estaba en lo suyo, la besaba el cuello mientras manoseaba su cuerpo, y a medida que este aumentaba en excitación su plegaria iba culminado. Al sentirlo dentro de su cuerpo, elevó la voz de su cántico, ¿cómo eso siempre la hería?, aún no se acostumbraba a sentir el cómo su cuerpo ardía con fuego por dentro, quemándola, por suerte para ella el no tener emociones se libraba de corromperse cada vez que los sentía adentro, si fuese humana estaba segura que lo odiaría, ¡por suerte hacia siglos que no lo era!.


Lo que había aprendido de ser Ejecutadora era que mientras mas exitado estuviesen los humanos, mas intentaban besarla y ese era el kid del asunto, lograr el anhelo del beso, así le habría el camino al alma, y podía comenzar la purificacion de esta, doble asco, tener que sentirlos dentro de ella y besarlos, por que simplemente no los descabezaba y liberaba el alma; no, tenía que ser con sexo. Claro para poder purificarla, el alma tenía que entrar en su cuerpo para que ella pudiese absorver la corrupción y cuando ya fuese un alma pura, Lilith venía y la llevaba quién sabe dónde.


- ¡Mierda, niña ya estoy que acabo!- le susurró jadeante, ¿por qué mierda no podían acabar sin publicarlo?, simple creían que eso la exitaba a ella, ¡ja!, seguuuroo como que ellos eran los únicos seres inteligentes del planeta. ¡humanos!. Fingiendo inocencia se abrazo mas como si buscara protección y como todo hombre que gozaba del pribilegio de ser ejecutado, cerca del clímax bajo las barreras y se animo a abrazarla, manteniendo la plegaria Lehilha lo fue a besar, cuando sintió el ataque, el ángel se lanzaba furia contra ella, ¡mierda santa! ¿qué cresta estaba pasando?; el hombre con un grito de éxtasis se derramo, antes de salir despachado lejos de ella. Absorta y sorprendida miró por primera vez la transformación, era algo espeluznante, erizaba los pelos de la nuca. ¡Qué mierda estaba pasando! ella nunca antes había fallado. El ángel se cubrió entero de oscuro cambiando su ojos lilas, por unos negros aterradores, su piel similar a la serpiente y su cabello negro como la noche, no queda rastro de la hermosa creatura celestial que había sido.


¡Mierda, mierda y mas mierda!, ahora si que estaba en problemas, la enviarían a la nada. Había perdido un alma, ¡cresta!


Ya convertido en demonio con un siseo la miró con odio, y con una sonrisa sardónica volvió su cabeza hacia el hombre, murmurándole en el oída incitó al hombre a lanzase en furia contra ella. Asustada como el infierno y sin comprender absolutamente nada, ¡ella era la buena! le gritó


- ¡NO!, ES QUE NO VEZ QUE TE PROTEJO... EN QUE PENSABAS, POR QUE DECIDISTE ESTO
- ¿Ejecutora- le siseó, como si ser ejecutadora fuese lo peor del mundo, bueno para ella lo era, pero... kri-kri-kri... se suponía que lo hacia para darles libertad-, te crees tan perfecta que eres capaz de salvarnos? nunca entendiste nuestros caminos, ni porque caímos, ¡él nunca entendió nuestra rebelión!- le espetó el demonio con voz chillona y sisante.


Mientras trataba de zafarse del hombre enloquecido, rogaba por Lilith, si ella no llegaba o un cazador, iba a desaparecer, ni siquiera morir, simplemente desaparecer, vagar en la nada mientras esperase que la perdonasen o condenasen en el día del juicio. Ella no podía créelo todavía y mucho menos hacer nada, no sabia luchar, menos poseía arma, no era su tarea defenderse de demonios, cuando sintió el golpe y como un cuchillo desgarraba su ropa, ni su beso la podría salvar, era un alma del príncipe, y como alma del príncipe era inmune a su beso, ¡mierda! Estaba más que cagada, enteramente jodida, con una plegaria pidió ayuda y rezó por que su ida a la nada por último no fuese dolorosa.

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Rodrigo mientras vagaba por las calles sintió el mismo cántico de cuando había perdido a su familia, ella estaba cerca, ¡por fin la tendría!, lograría su venganza; corrió siguiendo el cántico, aunque no entendía lo que decía, lo estaba guiando como un imán, cuando llegó al callejón y vio al demonio su corazón tronó en una victoria, la mujer ángel aparecería reclamando a la víctima; por cosa inexplicable sintió la necesidad de ver al desdichado, al ver quien era su corazón dejo de latir, el tiempo se detuvo, o se enlenteció no podía creer lo que estaba viendo, había un hombre encima de la niña y esta yacía inerte en el suelo, mirar al maldito psicópata lo descontroló, haciendo su ira tan grande lanzándolo como flecha contra el hombre que inmovilizaba a la niña, no supo como lo agarró del cuello cortándole la vía de respiración, con ganas de matarlo, arrancarle la cabeza. El demonio se fue contra la niña, enloquesido debía exterminar la escoria etérea, terminar lo que el hombre había empezado.


- ¡la tocas, y lo mato!- le escupió al demonio entre dientes, sus ojos estaban lleno de ira. El demonio lo miro incrédulo, ¿por qué lo veía?, el había planeado matar a la ejecutora y luego matar al humano intruso, rescatando a su protegido, pero cómo se percató lo que pasaba en el callejón, nunca habían sido visible al ojo humano, el nunca había sido visto ni siquiera por su protegido y ahi estaba el humano amenazandolo.


- SUÉLTALA O LO MATO- le gritó nuevamente. El demonio retrocedió encogido de miedo, si su protegido moría, él seria arrojado a la nada. El hombre que era estrangulado, había dejado de luchar, se resignaba a la muerte, lo había cogido alguien más loco que él, alguien que gritaba a la nada, si la nada le decía que lo matase el estaba seguro que lo haría. ¡Maldita fuese su suerte!, por caliente moriría.

- No la matare- le susurro el demonio - pero haremos un intercambio, mi protegido por esto- le dijo despectivamente mirando a la chica- si no cumples tu promesa y lo matas cuando yo la suelte, otros como yo te mataran cuando se enteren, siendo tu muerte a manos de un psicópata sádico como le dicen ustedes.
- No me asusta, pero la quiero viva, cuando te alejes lo suelto y te lo llevas, vasta un soplido un silbido y mi gente no tendrá contemplaciones con éste.- le amenazó, seguro que si moría, su gente, aquella cosecha de años lo vengarían.
El demonio se retiró y éste soltó a su presa, que como dirigido por hilos se tiró a la fuga. Corriendo se abalanzó sobre la niña, ella estaba herida y perdiendo sangre, ¡el desgraciado la había violado!, cogiéndola corrió rumbo a su pieza, era lo más cerca que tenía. Ahí pensaría con la cabeza fría. le daría tiempo de chequear en que estado se encontraba.

Rodrigo había olvidado lo que era exclamar a Dios, mucho más el rezar, pero al mirarla, lo intentó, la chica estaba arañada, golpeada y tenia una puntada con arma blanca en un costado, por suerte no era cerca de un órgano vital y menos profundo, gracias a lo que fuese había llegado a tiempo. Lo peor de todo lo que había pasado, era que había rastro de semen, el desgraciado la había violado.


¡Malditos demonios y ángeles!, esta chica no tenía al suyo, no la habían protegido.


La curo como pudo para poder vendarla, otra vez las enseñanzas de su madre lo habían ayudado, dejándola sobre la cama se sentó y espero que su cuerpo se relajara, cuando al fin se relajó su cabeza comenzó a trabajar haciéndole notar que había perdido una oportunidad de lograr su venganza. ¡hijo de puta! se recriminó. La contempló durante tiempo, mirándola descansar, chequeando su respiración, por suerte ya no jadeaba, parecia que dormía. Más tranquilo se dio tiempo de contemplarla, era hermosa, tenía facciones tan finas y se veía frágil, sabía que había dejado ir su oportunidad, pero no se arrepentía, inexplicablemente, la chica le hacia sentir paz. Cerrando los ojos se durmió.

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Lehilha se despertó temprano, su cabeza daba vuelta, intentando recordar lo que había ocurrido miró su entorno, estaba en una habitación pequeña y andrajosa, las paredes estaban rayadas y sucias, no había ventana que le indicara la hora, con un movimiento rápido se levanto cayendo al suelo con un dolor agudo en su costado, por fin recordaba, había estado a un paso de desaparecer, había visto una transformación, pero como diablos se había salvado, como diablos había llegado a esta sucia piezucha como…..


- estás bien- alguien le interrumpió el pensamiento, era una voz ronca por la angustia, cuando lo miró, se dio cuenta quien era, el hombre que odiaba a los etéreos. ¡Dios santo! de todos lo que podrían haberla salvado tenía que ser él y lo peor de todo sintió a su corazón acelerarse, alegre de volver a verlo.
- Como me encontraste- los brazos de Rodrigo la levantaron del suelo dejándola suavemente en la cama, su mirada era ansiosa, como si estuviera preocupado, pero no podía estar preocupado por ella, ella le había sentenciado, ¡mierda como dolía el costado!, cerrando los ojos se concentró en sanar, era parte de su habilidad.
- ¿Estás bien?- volvió a preguntar, Rodrigo no quería tocar el tema de la violación, no estaba preparado para consolarla, no sabía como hacerlo, pero sentía la necesidad de asegurarse que estaba bien, al menos físicamente, con cuidado tocó su frente, su madre siempre hacia eso para saber si estaba bien, cuando toco su piel volvió a sentir la corriente y lo peor fue que ella se encogió, asustada.


Lehilha no quería mirarlo, la corriente la había sobresaltado y lo peor, no estaba sanando, con el humano podría jurar que su cuerpo respondía como si fuese humana y mierda que si tenía que curar, la herida dolía como el demonio.


-¿quién eres?- le pregunto aún con los ojos cerrados, intentando descifrar su misteriosa presencia y alejar el dolor.
- ¿te lo dije, soy Rodrigo, no me recuerdas?- le contestó, tratando de calmarla, parecía muy confundida.
-se cual es tu nombre, pero provocas cambios en mi fisiología- le contesto mirándolo a los ojos intentando buscar la respuesta en su aura, ésta era única, nunca había visto algo similar, todas tenían tonalidades que brillaban o se oscurecían, dependiendo el grado de corrupción de su alma, pero esta era diferente no era opaca, ni oscura, pero menos brillante, sus colores se mezclaban.
- ¿cambios en tu fisiología?-le contestó con una sonrisa torcida, que mujer hablaba así, cuando Lehilha se dio cuenta de su mala interpretación se sonrojó, el aún le miraba.
- No es lo que tú piensas, es normal para mi sanar rápido, y mis heridas duelen como el infierno- le contesto rápidamente, intentando sonar segura.
- claro, si te apuñalaron, niña- le dijo ansioso.
- ¿Niña?- no pudo contenerse y rió, para luego gruñir por el dolor, niña le había dicho y era mas vieja que él.- no soy niña...
- Si tu lo dices- se encogió de hombros
- No lo soy, aunque lo aparento.-susurró, avergonzada, ¿de qué?, no podía explicarlo, menos el sentirse avergonzada, rápidamente cambió el tema, por uno que la hiciese sentir mas cómoda- ¿Dónde estoy?
- En mi pieza, si quieres te puedo llevar a tu casa- le ofreció, al parecer la niña estaba bien, dentro de lo que se podía decir "bien".
- Cuánto he dormido.- Rodrigo miro su reloj, ¡cresta!, era tardísimo, ya no llegaría a trabajar y necesitaba hacer dinero para el arriendo y para Susana.
- Son las seis de la tarde
- ¡Qué!- se exaltó levantándose para volver a caer, esta vez comenzó a sangrar, rápidamente él le ayudó a sentarse, sus ojos clavados en la herida- tengo que curarte y llevarte a un hospital, me tendrás que dar el numero de tu madre o de quien se haga cargo de ti- le dijo preocupado buscando el botiquín.
- No puedo, tengo que irme.
- Como te vas a ir, estas sangrando-gruño enojado
- Lo sé, pero tengo que irme
- NO!- le grito,
- Escucha humano- le contesto tajante e irritada.- si no me voy, no podré informar, tengo que informar de la transformación.- Rodrigo le miró sorprendido, le había dicho humano y le había hablado de una transformación, esto puso su mente y cuerpo en alerta, ella era más que una niña, ella tenía algo que ver con ellos, con esas cosas.
- Quién eres tú.
- Eso no te incumbe
- ¡Al demonio si no me incumbe!- le sujeto sus manos como grilletes, esta vez ignorando la corriente, no la iba a dejar ir, ella le tenía que explicar, ahora comenzaba a entender su falta de acompañante y ¡claro que le incumbía!, el tenia que saber que demonios había pasado en su hogar, que demonios se había llevado a su familia- si quieres informar, tendrás que darme respuestas, no te dejare ir a no ser que contestes mis preguntas, y créeme cuando te digo que las obtendré, y ¡esto si me incumbe!.


Lehilha lo miraba ofuscada, ella no podía decir nada más, él era humano, y si se quedaba, se vería envuelto en la guerra, lo que había pasado no era común, y no tenía un protector que catalizase sus emociones y ahora que lo había visto enojado su aura había cambiado a oscura, era segunda vez que se encontraban y la había visto, sólo cuatro más y sería ejecutado... bueno, por último si lo ejecutaba su alma podría sanar, purificarse, al darse cuenta de lo que esto significaba, sintió como la sangre se iba a su rostro, se sentía avergonzada de lo que esto implicaría. Él la seguía sujetando y su herida seguía doliendo y sangrando, suspirando dejo salir el aire, para calmarse, Rodrigo la soltó al escuchar el suspiro, la estaba dañando.


- Escucha, lo siento- se disculpó mirando su herida y su aura volvió a cambiar - mira no sé que eres, y créeme que no quiero hacerte daño, pero es importante para mi encontrar una persona, es importante para mí que me expliques quién eres, me dijiste humano, me dijiste que no eras niñas, que te curas rápidamente.
- ¿A quien buscas?
- A la muerte- le susurro
- ¿Lilith?- nuevamente su aura se oscureció, mostrando su odio.
- Si ese es su nombre, si ella- le dijo entre diente, intentando calmarse, intentando mantener el equilibrio.
- ¿Qué quieres de ella?
- Venganza- a Lehilha no le quedo otra que reírse, aunque fuese un ser extraño, no dejaba de ser un humano, y como humano era un ser insignificante al lado de Lilith y ella no le dejaría acercarse al etéro, no a un ser corrompido como él.
- Escucha humano, no se los motivos de tu venganza, pero puedes olvidarte de ella, es demasiado pura para que te le acerques- le espeto, irónicamente- eres un simple humano.
- No lo soy, soy un humano que puede ver ángeles, demonios, hadas, duendes, cambia formas, auras, se lo que hacen y lo traicioneros que son, lo he visto desde mi nacimiento, he visto como nos corrompen, como nos traicionan, créeme, no soy un simple humano- Le susurro, intentando calmarse, sus emociones eran demasiado turbulentas, y no podía darse el lujo de perder la compostura, menos cuando ella le sostenía la mirada sorprendida, eso era un punto a su favor, ella no se lo esperaba.
- Ellos no son traicioneros, ustedes los corrompen, he visto su sufrimiento, he escuchado sus plegarias, y anoche vi una transformación, ¡sabes cuantos años llevo viéndolo!- le gritó enfurecida ante semejante blasfemia- sabes cuantos años he visto como ellos sufren y se corrompen.
- Ellos nos corrompen, lo he visto desde mi nacimiento.
- Tu nacimiento, ¿cuántos años?, veinte, veinticinco, créeme humano, no has visto nada, sólo has visto lo que quieres creer, yo llevo siglos viéndolo, siglos de plegarias para salvar las entupidas almas humanas para liberarlos del egoísmo humano, de la avaricia, y ¡tú por tus veinte tanto de mala percepción, quieres vengarte del ángel mas puro!.- le gritó, por qué no podía calmarse ante él, las emociones corrían por su… ¿alma?, lo que fuera. Ahora él era el impresionado, no podía creer lo que ella gritaba, independiente del bando y que la discusión fuese inverosímil, sabía que le decía la verdad, estaba hablando su mismo idioma y le había dicho siglos.
- Quien eres?- le volvió a preguntar
- Soy una Ejecutadora, nací hace mas de mil años, fui una sacerdotisa, y morí como tal- esta vez bajo la mirada.


El retroceder tanto tiempo y acordarse de su muerte le movió el piso, ahora estaba sintiendo pena, desde que había conocido al humano había tenido sentimientos que antes nunca había profesado, ira, enojo, vergüenza, y ahora pena. Confundida no podía pensar en que el le había salvado y a pesar de lo acalorado de la discusión y de sus cambios de humor, no le había dañado, se mantenía distante sentado en la puerta, controlándose, lo sabía por los cambios en su aura, esto la relajó un poquito.- no sé quien eres, pero es importante que escuches, debo informar, ha habido una transformación, y eso es lo más peligroso que puede haber, estamos en una guerra, humano, mientras ustedes disfrutan de la vida tomando decisiones sin preocuparse de ellas, de sus consecuencias, nosotros limpiamos sus destrozos, nosotros hacemos que ustedes sigan la vida y lleguen a viejos. Una guerra entre ángeles y demonios- Lehilha le miraba suplicante, necesitaba salir urgente, la iban a buscar y Rodrigo era una presa fácil para demonios. Sobre todo por su falta de protector.


Rodrigo se paso las manos por el rostro, ella le decía la verdad, lo sentía, claro desde su punto de vista, ella pensaba que estaba en lo cierto, quizás fuese verdad todo aquello, quizás fuese una guerra, pero le habían quitado a su familia, lo habían sacado para quitársela, era su escudo, los protegía y lo habían sacado, lo habían engañado y sobre todo lo habían traicionado. Sin embargo, ella no lo había hecho, él sólo buscaba a una persona y estaba seguro que ella no se lo dirá, no la traicionaría. En conclusión tendría que seguir buscando con su antiguo método, si el seguía a su lado, no podría mantener el equilibrio de sus emociones y ella no era su victima. Cuando se levanto Lehilha retrocedió, asustada, su aura estaba oscura, estaba enfadado, su sorpresa fue cuando abrió la puerta. La estaba liberando.


-escucha, no humana- le dijo irónicamente con una sonrisa torcida- se que me dices la verdad, puedo sentirlo, pero no cambia mi percepción de ustedes. No sé que es un ejecutador, ni me importa, si te dejo ir, es por que estas sangrando y se que necesitas encontrarla para recuperarte y hasta el momento no he hecho otra cosa que hacerte sangrar... y eso lo siento, tú no eres a quien quiero. Cuando salgas te encontraras con un pasillo sigue hacia la ventana y dobla hacia la derecha encontraras la salida, ahora vete Ejecutadora- al echarla, sintió que su alma reclamaba, que no era lo correcto y no era porque se iba con ella su oportunidad de venganza, algo lo preocupaba, algo de todo este lío lo hacia temer por su seguridad, debía seguir buscando donde ella no saliese herida.


Lehilha ignorando el dolor salió, antes de cerrar la puerta sintiendo el impulso le dijo


- mi nombre de Ejecutadora es Lehilha y como Ejecutadora te digo, si me vuelves a ver ignórame, no querrás encontrarte aún con el número siete.- después de advertirse salió de la pieza siguiendo sus instrucciones se encontró con la salida, estaba oscureciendo y pronto saldrían tras ella, debía encontrar a Lilith o buscar un lugar seguro, una iglesia, Mesquita o cualquier lugar de adoración a Dios, rápido, tenía que sanar. Miro hacia a tras, era una casona antigua, tétrica, la memorizó, nunca debería pasearse por aquí, aún no sabia lo que pasaba con el humano, independientemente de lo que él le había dicho, no había pronunciado a los recipiente, ni cazadores, eso significaba que ella no podría ignorar el número siete, independientemente que no llevara la marca. Eso le hacia doler el corazón. El no había sido cruel con ella, independientemente de su rabia contra su mundo, la había cuidado incluso después de enterarse que ella no pertenecía a su mundo que no era humana. Jadeando por el dolor se impulso lejos del lugar intentando sentir la presencia de una iglesia, consiente que ya había empezado su búsqueda, la estaban cazando.

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