30/8/09

CAPITULO 1


A pesar del fastidio de tantos años haciendo lo mismo, siguió observando, buscando la señal que le advertía que era hora de hacer su trabajo, después de todo, había aceptado el pacto. Casi había logrado, en su tiempo cuando era humana, convertir a su protector, no era para menos una existencia en el infierno; aún le removía la conciencia el haber sido tan ingenua y no darse cuenta en que andaba su protector. Su descuido había tenido un precio, pero por lo menos él estaba bien. Ella a pesar de su miedo se había sacrificado, tras su muerte le habían ofrecido el pacto y ella lo había aceptado. ¡Era eso o el infierno!. Junto con el pacto le habían quitado su alma y con ello sus sentimientos para lograr su objetivo, por un lado había sido lo mejor, para lo que ella hacia no necesitaba alma, menos sentimientos, los extrañaba si, pero no quería sentir y ojalá le hubiesen quitado los recuerdos, esto aun permanecían en su memoria recordándole porque hacia lo que hacia. La ventaja de todo el embrollo que se formo tras muerte, y posterior alianza es que se encontraba incapacitada de sentir culpa o compasión, como Ejecutadora era inmune a los sentimientos de otros y a las suplicas por la vida, era su deber ejecutar lo que ya había sido enjuiciado y punto, esa era ahora su vida.

La playa era un buen lugar para escudriñar, siempre había grupos de jóvenes y mas de alguno había sido juzgado, o había comenzado el juicio. Con un suspiro siguió su camino observando, tantos idiotas, que no sabían el daño que hacían por un poco de placer, un mal juicio, pero ya qué importaba, ella debía hacer lo que había jurado hacer. Recorriendo la playa, buscaba minuciosamente la marca, no era que quisiera hacerlo, pero si no..... uhg! ¡Mejor ni pensarlo!. Sip, mejor seguir observando como los idiotas se jugaban la vida por un poco de placer hasta que metieran la pata y la cagaran, entonces ella entraría en acción.
Nadie la observaba, eso significaba, que al parecer, hoy estaría de vaga.
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Hastiado de tanta palabrería y risas idiotas, se levanto de la arena, excusándose por un momento para ir a desocupar su vejiga, por hoy intentando no mirar, no es que pudiera no hacerlo, pero podría engañarse a si mismo diciendo que no los veía, ser igual que todos los idiotas con quienes compartía.
-¿A donde vas?- le interrumpieron- ¿te arrancarás de nuevo?.- Susana siempre se daba cuenta cuando ya se fastidiaba de todos, incluyendo a aquellos que no eran vistos, salvo por él, obviamente, aunque esto último ella no lo sabía, a pesar que era su parner, nunca se lo contaría, ¡ni cagando!, ya era mucho que siempre le mirase con compasión, para que ahora también le mirase como un loco, no definitivamente no, eso se lo guardaba y se lo llevaba a la tumba.
- Como dije voy a echar la corta.- le respondió con una semi sonrisa, sólo para tranquilizarla. Del grupo, ella era la única que valía la pena responder, ella y su hermano Samuel, los sentía como familia.
- ¿Regresas?- insistió nuevamente, él prefirió ignorarla, aquello que estaba a su lado lo miraba suplicante, indicándole que ella nuevamente lo haría.
- Sólo cuídate- le dijo y siguió su no rumbo, ignorando a todos esos rostros que lo observaban suplicantes, ¿de qué?, no lo sabía, cómo si el pudiera hacer algo por ellos, no pudo hacer nada antes con aquellos que eran su familia, menos podría hacerlo con aquellos que ni siquiera conocía, no era su problema. Por lo único que había decidido seguir viviendo, era para encontrarla y para eso necesitaba a los idiotas a quienes frecuentaba; los rostros de esas cosas ya estaban casi distorsionados, más hacia lo oscuro que hacia la luz, y por lo que había aprendido ese día, de forma muy cruel, era que cuando eran más espeluznante ella debía aparecer, cómo, ni idea, pero encontraría la forma de encontrarla, después de todo para eso vivía.
- ¡concha su…! ¡Qué demonios!- exclamó al tropezarse con algo, logrando estabilizarse antes de caerse, giro para saber con que había tropezado y se encontró con unos sobresaltados y enormes ojos de una figura diminuta con un extraño rostro de niña o ¿mujer?, que lo observaba sin salirse de la impresión.
- cómo…-intento preguntar
- sorry, no estaba mirando- le interrumpió disculpándose rápidamente con esos ojos que lo seguían mirando entre impresión y pregunta.
- no la tienes- afirmo la muchacha con una voz plana pero a la vez dulce-deberías tenerlas…- tartamudeo- no entiendo entonces cómo- volvió a preguntar.
- ¿de qué hablas? ¿cómo que cosa?- la interrumpió confundido, ¿no tenia que cosa?, esta si estaba loca, que pito se había fumado que divariaba.
- nada, sólo no lo entiendo- murmuró.

Ella era rara, pensó temblando de frío con solo mirarla, estaba vestida entera de negro, una solera de algodón y unos jaenes negros, no llevaba nada puesto para abrigarse y eso que el viento calaba hasta los huesos, llevaba su cabello suelto, lo tenia largo con pequeñas ondulaciones, su piel era casi traslucida de lo blanca, su rostro ovalado y hermoso, una mezcla entre mujer y niña, sin embargo inexpresivo, salvo por la primera impresión, obviamente, nunca se olvidaría de esos enormes ojos, y lo mas extraño de la niña, obviando el hecho que estaba sola tendida en la playa, era que ¡ni siquiera tenia la piel de gallina!, él abrigado como un oso, estremeciéndose por el frío.
- ¿no tienes frío?- le pregunto inquieto.
- ¿debería tenerlo?- enarcando una ceja le contesto de la misma forma plana que tenia al hablar, luego volvió a ser el bulto con que había tropezado, ignorándolo. Al parecer estaba durmiendo en la arena, otra chica más sin hogar, se dijo, de pronto volvió a mirarla de nuevo percatándose lo que se le había pasado por estarla admirando, ¡la chica no estaba acompañada!, no había luz ni oscuridad, no estaba ahí, ¡imposible!, todos estaban acompañados, todos, menos él claro, pero él tenia sus razones para no estarlo.

Sigilosamente se sentó a su lado, dispuesto a esperar, ella ni se inmuto, debía estar drogada, se dijo, pero si estaba drogada, debería estar acompañada, volvió al mismo punto, a lo mejor "eso" debió haberse ido por ahí y después volvería, intento explicarse… no es que hubiera visto antes que alguien quedara solo, esas cosas eran como sombras, debía haber una explicación, que él no tuviera un acompañante la tenía, pero ella, cuál era su explicación, no es que fuera a preguntar, lo tomaría como un ezquizo, pero se las arreglaría para averiguar, por ultimo esperando. En cualquier momento debía aparecer su acompañante o significaba que aquella, a la que él buscaba, haría su aparición y ¡ni cagando!, se perdería esta oportunidad.

Cuando el sol comenzó a molestarla, se encontró con que otro día más comenzaba, ayer había ejecutado a tres, usualmente eran menos, pero con la globalización y la mezcla de cultura tarde o temprano subiría su cuota, quizás solo era el principio, pensó antes de darse cuenta que su piel estaba siendo rozada por algo, medio incorporándose se dio cuenta que lo que le rezaba era un polar, como si ella pudiera sentir frío o calor, si no andaba desnuda era por que aún, a pesar del tiempo, su pudor no había desaparecido, además de ser extraño aparecerse desnuda frente al que iba a ser ejecutado. Se incorporó rápidamente para seguir haciendo su trabajo cuando se percato del hombre, era el mismo de ayer y seguramente el dueño del polar. Lo miró detenidamente buscando la marca, eso explicaría lo de anoche, pero nop, no estaba, eso era extraño, todos la tenían cuando se encontraban con ella la primera vez.
- buenos días- le dijo, sacándola de su razonamiento.
- bue..nos días-tartamudeó, sin quitarle la vista, esperando a que apareciera. Luego se percato de lo evidente, no estaba acompañado, eso podría explicarlo todo, era un ejecutador, igual que ella, pero dos ejecutadores en la zona era imposible y sobre todo ridículo. – eres ejecutador?-se atrevió a preguntarle.
- ¿perdón?- le respondió extrañado, al parecer aún estaba volada- ¿a qué te refieres con ejecutador?
- a nada, simplemente trataba de responderme algo. ¿qué haces acá? y ¿por qué me has puesto esto encima?. - le dijo tomando el polar.
- ¿el polar?, me pareció que anoche iba a hacer mas frío de lo normal y no estabas muy arropada que digamos.- se encogió de hombros, restándole importancia al gesto.
- no lo necesito- se lo entregó- aún no me respondes, que haces durmiendo a mi lado- esta vez fue mas directa, intentando no levantar más sospechas de las que podrían haber levantado por sus preguntas. El suspiro, como si fuera obvio, la respuesta.
- me pareció que era lo correcto... después de todo eres una menor, ¿supongo?, y no deberías dormir en la calle.
- correcto, no me conoces.- le contestó incrédula, al ver que era un tipo con gestos amables.
- quieres comer algo- se atrevió a preguntarle, no iba a permitir que se le escapara su oportunidad- debes tener hambre- insistió.
- hambre, jajaaja, seguro- le contesto de forma irónica y casi molesta, como si pudiera tenerla.- escucha, no como, no tengo frío y debo trabajar así que, si es mi tarea te veré de nuevo, si no- dejo un espacio a su afirmación buscando una respuesta a eso, definitivamente sip, muy extraño- nada es perfecto!- se encogió de hombros y siguió su camino. Pero el hombre la seguía, por qué alguien que no estaba siendo juzgado la seguía y sobre todo por que no estaba acompañado, eso era más que raro, ¡en fin!, lo que fuera no era de su incumbencia, nada de lo que no estuviese dentro de los parámetros de su trabajo era de su incumbencia; así que la respuesta no la tendría, pero ahí estaba él, siguiéndola de forma persistente. Se dio la vuelta para encararlo.
- ¡por qué me sigues!- le espeto ofuscada- ya te dije que no como, no tengo frío, no necesito de ti.
- perdón, no quería molestarte- le respondió sorprendido por el enfado de la chica, era raro que no tuviera temor, usualmente, si un hombre adulto sigue a una menor se debería mostrar temor, no enfado.
- ¡molestarme!- molestarme, se dijo para si misma, pensó un momento, por qué se molestaba, no debería pasar, no debería molestarse, ni sentir curiosidad, nada, ese fue el trato, pero estaba molesta, mucho y sobre todo muy curiosa con el humano.
- sorry, no quería molestarte- levanto las manos en gesto de paz- sólo que me enseñaron a cuidar de los menores que duermen en la playa o en la calle, una vieja costumbre, no hacerme el tonto e intentar ignorarlo- le contesto sin pensarlo con una verdad, con un leve encogimiento de hombros, quitándole importancia, pero claro que no era el verdadero motivo, pero era verdad, por lo menos lo fue antes que ocurriera el desastre. – escucha no te voy a decir que vuelvas a tu casa o que me cuentes tu historia…-pero espero escucharla, se dijo a si mismo- solo quiero que comas algo y después sigues tu camino.

Ella pensó un momento, sip, definitivamente debiera aparecer en cualquier momento, sino seria imposible que la viera, no era hombre de jurisdicción de cazadores, ni recipientes, mucho menos de consejeros, si fuera un consejero tendría un aura deslumbrante y un muy feliz acompañante, y a pesar de que era obvio que no los tenia, estos últimos ni siquiera sabían que tenían un rol en todo este asunto, mucho menos verla, seguirla e invitarla a comer algo, absurdo, ridículo, definitivamente no entendía nada de lo que estaba pasando. Se detuvo un instante para mirarlo detenidamente, era joven, aunque sus ojos demostraban abatimiento, cansancio, su contextura no era delgada ni gorda, más bien su cuerpo decía que era trabajador de fuerza bruta, que de intelecto, su piel era mestiza, entre nativa y extranjera, y su cabello era castaño ceniza, desordenado. Era un hombre guapo. Se detuvo ahí, ¡Guapo!, que diantres estaba pasando, desde cuando se preocupaba que si los humanos eran guapo o no. Esto era raro, enfado, curiosidad y ahora pensando en esto.
- bueno que me respondes- la interrumpió el hombre
- bien- le dijo de forma casual, si bien aún no era asunto suyo, por lo menos debería confirmar el “aún”.
- bien-le respondió con una sonrisa, y ella lo encontró más que guapo.
- me llamo Rodrigo- se presento mirándola, mejor dicho escaneándola, esto la incomodo mucho, la hizo sentirse avergonzada, si fuese avestruz, escondería su cabeza en la arena para que este no la siguiese viendo así. Mejor mantenerse callada.

El solo se encogió de hombros y comenzó a caminar.

Caminaron en silencio hasta llegar a un puesto al paso, donde vendían desayunos, con las tres b, bueno, bonito y sobre todo, muy barato, la chica, no hablaba, sólo caminaba y muy de vez en cuando lo observaba como buscando algo, quizás aún esperaría que la asaltara y la violara, por fin desconfiaba de él, pensó, después de todo la habría encontrado durmiendo en la playa. La volvió observar, pero esta vez, no para buscar esa cosa, sino para seguir admirándola, su rostro le era extraño, una mezcla entre niña y mujer, su cuerpo era de una adolescente entre catorce y dieciséis años, delgada y sin muchas pechugas, de estatura pequeña, sus ojos y su postura era de una mujer, una adolescente estaría ajobada por su falta de pechugas, pero ella estaba erguida y segura, no había ingenuidad en su mirada, ni tristeza o algo, era una mirada muy vacía, carente de expresión, pero a la vez profunda y vieja, y si, como para justificar su escudriño, su acompañante aún no aparecía.
- te apetece pan tostado y una taza de café.- le invitó, un poco avergonzado por mirarla de esa forma, al parecer era una niña y él... un adulto.
- Bueno- le contestó como si nada. Incapaz de resistirse la volvió a observar, no se cansaba de observarla, extraño en él, ya que, no sólo, la miraba por buscar a su acompañante, sino que también sentía curiosidad y preocupación, definitivamente, esto cada vez era más extraño, desde el desastre, se habría alejado de adolescentes que perdían el rumbo, sin embargo, realmente estaba sintiendo la necesidad de ayudarla, a parte de su curiosidad por entender lo que pasaba ahí, y su caza, obviamente.
- Hola Rodrigo- le saludo la dueña de la posada- aún no te vas a trabajar hombre, vas a perder el trabajo y como están las cosas, no deberías darte ese lujo- él le sonrío, María, era una mujer vieja, gorda, que se ganaba la vida atendiendo su puestecito de sándwich y escuchando la vida de otros. La conocía desde mucho, desde que trabajaban en familia, allí llevaban a otros adolescentes a desayunar.
- Hoy no tengo que ir señora María- le contesto con una sonrisa- ¿Susana no ha aparecido por aquí?- le pregunto sabiendo que si eso tenia ese rostro de suplica, lo mas probable es que no la viera en unos cuantos días, a pesar que lo sabia y debería estar acostumbrado, aún se preocupaba.
- Nop- hace tiempo que no la veo por aquí, desde que te as alejado de estos lugares, pero por lo que veo- le dijo mirando directamente a la chica que dibujaba patrones en la mesa sin prestar atención.- has vuelto a lo tuyo, no sa….-Rodrigo la interrumpió inmediato, el no había vuelto y nunca iba a volver.- no se equivoque, no he vuelto.- le contesto cortante. La mujer le dio una sonrisa de paz y le entrego su pedido.
- Toma- le paso las tostadas con el café y el comenzó a sorbetear el suyo.
- ¿Rodrigo?, le llamo sin mirarlo a los ojos
- Mmm….
- A qué te dedicabas antes
- ¿Perdón? – le miro de reojo, sin dejar de comer.
- A qué te dedicabas antes… sentí… como a esa mujer se le se le ilumino el rostro cuando lo mencionó.
- Como te dije, ayudaba a adolescentes confundidos a encontrar el rumbo a su casa o simplemente los alimentaba y escuchaba.- le contestó con un suspiro, cada vez perdiendo la esperanza de que apareciera. Ella suspiró, como si no aguantara más la situación y lo miró fijamente.
- ¿Por qué no tienes un acompañante?¿ no es normal que gente como tu no tenga un protector?- Rodrigo, casi se quedo de una pieza, atragantado por el pan, era imposible que ella supiera algo, o era igual a él, ¡qué demonios estaba pasando!. Pero no le iba a responder, quizás mal interpreto la pregunta, se apresuro a pensar, mejor clarificar.
- A qué te refieres por acompañante- ella lo miro con cansancio y resignación y a él le pareció que no era adolescente.
- Ya sabes, todos tienen uno,- bajando la voz para que la señora no escuchara le dijo entre susurros- Ángeles.




CAPÍTULO 2


Durante años vague entre humanos, concentrada en mi objetivo, era lo que más deseaba, que todo terminara, que por fin él tuviera la oportunidad de amar, pero como siempre, el libre albedrío me jugaba bromas, haciendo mi labor tediosa y en otras ocasiones casi irónica, cuantas veces los vi cruzarse y nunca se miraron, aunque yo podía sentir la atracción, pero ellos la ignoraban y continuaban con sus vidas. Cuantas veces quise intervenir, pero todo tiene un equilibrio y un fin, yo más que nadie sabía las consecuencias de una mala decisión, un pequeño deseo cambiaba todo cuando era ejecutado. ¡Siglos esperando! y por fin, ahí estaba él nuevamente, pero su acompañante me dejó con la boca abierta, lo supe de inmediato, era mi momento, rápidamente cambié de forma, me escondí de él, intentando que no me reconociera, no debía interferir, si él me reconocía lo cambiaría todo nuevamente, no estaba dispuesta a perder esta oportunidad por nada del universo.

Cada día me llenaba de impotencia cuando tenia que ir a consejo, mi corazón se partía al verlo sufrir con los cambios y decisiones que los humanos tomaban, dañando todo a su paso, lo veía sufrir por ellos, humanos que egoístamente nos dañaban, humanos que no estaban destinados a saber de nuestra existencia, pero sin nosotros sus almas se perderían y el príncipe de los caídos la tomaría, alegremente. Él sufría en silencio por todos, no tanto por humanos, por nosotros y por los caídos, sean arrepentidos o no, después de todo éramos sus hermanos, los nacidos después del despertar. Él tenia un sufrimiento mayor, amando pero nunca amado, ese era él, uno de los mas poderoso de nosotros, nacido en un comienzo junto con Lucifer y Lucían. Ese era el karma de ellos lo primeros en nacer, los únicos con emociones, en la cumbre de nuestra jerarquía, ellos nos abastecían con sus emociones, permitiéndonos sentir y amar, funcionar, pero ellos que a diferencia de nosotros eran los más parecidos a los humanos en emociones y necesidades, nunca serían amados. Por un lado estaban los escépticos que nos ignoraban, no creían en nuestra existencia y por otro lado aquellos que nos buscaban, sin embargo estos últimos nos daban características utilitarias, un ser tan puro no encontraría en ellos quien lo amara sinceramente. Pero por fin había llegado el día, ahora se habían visto e incluso intercambiado palabras, era el principio de todo. Claro no es que se vieran como yo deseaba, algo era algo, no debo interferir, me dije nuevamente.

Lo más chistoso de todo esto, fue cuando le vi por primera vez, en esta época, supe que era el tiempo cuando reconocí a su acompañante, Lucian. Qué demonios estaba haciendo Lucian en todo esto, lo complicaba aún más, cambiando mi forma, e intentando pasar desapercibida para Lucian, rogué por que aquel niño se acercara a mi y deseara mi compañía, tuve que esperar mucho. Grande fue mi sorpresa cuando al pasar los años, note que él podía vernos y no tan solo a nosotros sino también al resto de creaturas, de los mundos etéreos, Odinas, Selfos, Salamandras, Gnomos. Su alma era tan pura que podía convivir con nosotros, atrayéndonos, pero el se asustaba de nosotros y no era para menos, el tiempo había corrompido más a los humanos y nuestros protectores sufrían por sus protegidos, por sus decisiones egoístas, disminuyendo la intensidad de su luz, y para el colmo también estaban los del inframundo, demonios que de vez en cuando intentaban acercarse, pero ahí estaban ellos creaturas de los mundos etéreos protegiéndolo y sin contar a Lucian, claro que este último su pura presencia los alejaba. Su contra parte era Javiera, su hermana, ésta era un alma corrompida y su protector prácticamente no brillaba, su codicia y envidia hacia que él se corrompiera y sufriera, pronto tendría que enviar al ejecutor. Gracias a la pequeña corrupta, tendría mi primera oportunidad, se verían, cuan feliz fui cuando me di cuenta, pero otra vez el libre albedrío se burlaba de mí, Rodrigo nunca la dejaba y su aura era tan clara y pura que lograba compartirla con ella logrando que su protector catalizara lo oscuro con luz. Y no solo ella, cuando comenzó a acompañar a sus padres, consejeros en nuestro orden, se convirtió en uno y compartía también con otros, logrando que los juicios y mis oportunidades se fueran a la mierda.

- Lucian- le dijo un día a su acompañante- No logro saber que le pasa a Javiera, esta tan distante y mis padres ya no brillan, siento que sus ángeles están angustiados y oscuros.- Lucian lo miro tristemente, no podía consolarlo con palabras, vi como Lucian entonaba su cántico, hacia mucho que no lo escuchaba cantar, era lo mas hermoso que podías escuchar cuando uno de ello alzaba una plegaria, la de él iba dirigida para que su luz, su aura no cambiarse, no se corrompiera. Me imagino cuan triste y preocupado estaba, era su segunda vez de protector y sentí que no quería volver a fallar, y sufrir. Rodrigo era un raro espécimen, un escudo protector que ejercía de consejero. – el ángel de Javiera no canto cuando ella nació- continuó Rodrigo, sus ojos cerrados escuchando a su protector- vi como la observaba, vi como todos la observaban, supe que algo no iba bien con ella, su luz no era igual a la mía, ni a ningún otro bebe, era como la de mi padre…¿no se supone que uds. nos protegen, los he visto sonreír y acompañar, siempre limpiando siempre cantando, por que con ella no.- continuo hablándole, observe Lucian llorar nuevamente, nunca quise que el volviera a llorar, su lamento para nosotros era doloroso y lo peor aun, yo sabia que él lloraría aún más.

Lucian una vez tubo un deseo y al igual que todos nosotros, tenia la opción de ejecutarlo, y casi lo logra, si no fuera por su protegido, sin embargo su accionar había dejado su huella, tanto en él como en el Mundo Celeste. Ese era el motivo de mi lucha contra mis deseos, por eso luche con tanto ahínco contra mis anhelos, respetando el orden de las cosas, si fuera yo la que sufriría eternamente, exiliada, no me hubiera importado intervenir, si con eso lograría la felicidad de él, pero lo había visto con Lucian y un deseo egoísta, por parte de nosotros, desequilibraba el sistema, hacia sufrir a muchos y sobre todo a quien más te importan. Nunca podría soportar verlo sufrir como sufrió primero con Lucifer y luego Lucian, él sufría, era parte de su karma, pero nunca lo querría ver como Lucian había sufrido, ¡nunca!. El sufrimiento de él nos marco a todos.

- Por qué tu no tienes un ángel- la Ejecutadora interrumpió mis recuerdos, vi la duda en Rodrigo, pero luego le contestó.
- Lo desterré, le dije que nunca se acercara a mi.- le contesto desdeñosamente, el solo recuerdo de Lucian, le traía malos recuerdo. Según el humano Lucian lo había traicionado, todos nosotros le habíamos traicionado.
- ¿Lo desterraste? ¡pudiste hacer eso!- le contesto impresionada, según lo que le habíamos informado cuando pactamos con ella, ningún humano podía sacarse a su acompañante de encima, su accionar los engrandecía o los trasformaba, pero nunca los alejaba, mucho menos el humano debería verlos, sólo los que tenian alianza con nosotros en el orden, podian.
- ¿Para qué quiero uno? ellos son egoístas, son la mentira mas grande que nos han contado, en nuestra historia.- contesto irritado. Lehilha lo miro impresionada y hasta divertida, la Ejecutadora siempre nos había amado, aun no se perdonaba lo de su protector, me sentía divertida observándolos, Lehilha se encontraba divertida, hacia siglos que no la veía experimentar emociones, sentí su confusión ante esto, Rodrigo la descolocaba, el despreciaba lo que ella más amaba, haciéndola sentir irritada, y esto para ella era como la ambrosia, sin embargo, yo sabia que no dejaría pasar aquel sacrilegio contra nosotros. Se levanto de la mesa dispuesta a retomar su rumbo, me asuste como el infierno cuando lo vi, no debo interferir, me repeti nuevamente, sin embargo el humano la sugeto de su brazo utilizando sus manos commo esposas, eso hizo correr corriente por su cuerpo, ¡por fin!, exclame para mis adentro, el juego comenzaba.

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