5/9/09

Capitulo 3

Ambos se sostuvieron la mirada por un buen tiempo, fulminándose, cada uno por distintas razones, pero él no iba a permitir que se le escapara, no después que le manifestara su conocimiento de esa cosa, necesitaba respuesta y ella se las iba a tener que dar.


- ¿Quién eres?- le pregunto Rodrigo y ella por primera vez sonrío perversamente.
- Quién va a ejecutarte- le contesto, por primera vez deseándolo, sacándose el agarre de él se aparto caminando hacia el centro de la ciudad.

Rodrigo, no pudo evitar sentir corriente cuando la sujeto, eso sólo le había pasado con esas cosas, las que decían llamarse Odinas, entes del agua. Pero ella no tenia las particularidades de ellas, era tan humana como él y con un temperamento explosivo, al final, no pudo más que sentirse divertido ante su sentencia, le parecía gracioso que una niña de no más de 1.60 metros y menos de 50 kilos hiciera esa aseveración, el podría matarla fácilmente. Pero su comentario sólo abrió su curiosidad.


- Rodrigo- le llamo Susana.
- Hola chica- le contesto, aún con la sonrisa en la cara
- Anoche me dejaste preocupada- mirándole perpleja ante la estúpida sonrisa preguntó- qué pasa.
- Pensé que no te vería hoy- desvió el tema.
- Como no me ibas a ver hoy, siempre nos juntamos en las mañanas en tu pieza, además que haces tan temprano acá, no fuiste a tu pieza anoche, pensé que te había pasado algo- Rodrigo le acaricio el rostro, Susana era como su hermana, y él sabía que su acompañante tenía la culpa de que su luz fuera escasa, sabía que sin ella él la perdería, como había perdido a su hermana.

- Sabes que gozo de cierta inmunidad entre las calles, al igual que tú... Cómo está Samuel- le volvió a cambiar el tema.
- Como siempre reclamando, dice que lo deje trabajar, que él es el hombre- sonrió tristemente.- pero sabe que si deja el liceo me hará mas daño que nadie….sabes cuando Samuel me dice eso es cuando más extraño a tu madre, era buena aconsejándolo para que no dejara el colegio.
- Mi madre tenía ese don de hacer que todos cambiásemos- le contesto, su rostro afligido por la perdida.
- Lo siento…
- No lo sientas…yo ya no lo siento-le contesto intentando sonreírle.
- Pero sé que debes extrañarla.
- Hoy no, anoche pasaron demasiadas cosas.
- En que estás metido
- En nada que no me haga feliz, tranquilízate Susana, ya tienes demasiadas preocupaciones- deslizando diez mil pesos a sus mano le dijo- con esto podrás cocinar en dos o tres días, estoy hablando con mi jefe para que te incluya en el trabajo, pero por el amor que le profesas a tu hermano, deja de ser tonta.- ella le sonrió en agradecimiento- incorporándose le compró el desayuno.

- Y dime qué estabas haciendo solo acá- el comentario lo saco de eje, el no había estado solo.
- No estaba solo- le afirmó
- Claro, a lo mejor temprano no, por lo que veo- le dijo con una sonrisa pícara al ver las dos viandas desocupada.
- No, estuve acompañado minutos antes que tú llegaras- Susana se encogió de hombros, no lo iba a contradecir, era natural que intentara llenar vacíos. Después de todo no había pasado mucho tiempo desde la perdida de su familia, sobre todo de Javiera y ella sabía que aún le afectaba.
- En serio estuve acompañado, había una chica con migo- le insistió preocupado que le creyera loco.
- ¡Qué bueno!-le siguió la corriente- ¡volviste a los pasos!.
- ¡Nunca!- le dijo tajantemente, fulminándola con la mirada.- nunca volveré a eso.- agrego suavemente, intentando apaciguarse, era de loco pensar que volvería a hacer lo mismo.
- Está bien pero no te enojes, simplemente me alegraría que volvieras a ser tu mismo.
- Las cosas cambian Susana, te lo he dicho millones de veces y a los únicos que voy a cuidar son a ti y a Samuel, porque son parte de mi familia., pero nunca volveré a ser quien fui.
- Lo se, simplemente…
- ¡Vasta!- deslizando los últimos mil pesos que le quedaban pagando la cuenta y se fue.


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Lehilha caminaba por el centro intentando comprender lo aquel hombre le hacía sentir, ¿emociones?; si no pensaba en él, su alma se volvía plana, ¡qué mierda!, él debía ser ejecutado, dónde estaba Lilith cuando la necesitaba; él no tenía marca y sin embargo conocía a los ángeles y lo peor y más absurdo, los despreciaba, ¡el humano se había atrevido a desterrar el suyo!, su alma debía estar corrompida, defintivamente, pensó, por lo tanto, si se lo volvía a encontrar y era capaz de verla comenzaría el conteo del juicio, siete veces.


Cuando volvió a la playa, encontró al grupo, ahí estaba su hombre, el muchacho a quien había estado persiguiendo durante un mes esperando la sentencia, para su satisfacción su ángel sería liberado, hoy era la séptima vez. Cuando él la miró, pudo hacerse visible para todos, inmediatamente comenzó la previa a la ejecución, integrándose al grupo empezó tejiendo su red a medida que este bebía. De cuando en vez miraba a su pobre protector, quien mostraba señales de estar sufriendo, esta era su recompensa, liberarlo del idiota a quien protegía. Terminando su red lo llevo al callejón que estaba entre el Casino de Juegos y el hotel, en ese lugar, durante la noche, no se veían ni las sombras, era bastante discreto para que ella lograra la ejecución.
Lehilha!- le dijo éste con voz ronca, comiéndosela con la mirada- pensé que no te vería nuevamente.
- nunca menosprecies el número de la suerte- le coqueteo
- no, no podría despreciarlo- la volvió a devorar con la mirada- y menos si es un número que te trae a mi.- ¡listo! estaba atrapado. Miró la cara de suplica del ángel, si no fuese por su carencia de emociones estaría desconsertada, ¡si el pobre estaba tan oscuro! ¿por qué sufría por él?. Ella sabia que ser ejecutora significaba salvarle el alma a los humanos y darle libertad a los ángeles, el no tener sentimientos hacia que lo primero no la molestase, ese había sido el pacto, amaba a los etéreos, y dejarlos libres de criaturas horribles era lo que le daba paz, que los protectores quedaran libres para limpiarse y buscar otra alma e incluso ella rogaba por que esa alma fuera buena, aunque las vidas humanas duracen unos pocos años, eso era mejor que unos pocos años con humanos como al que iba a ejecutar.


El hombre la agarro por la cintura sacándola de sus pensamientos, dándole la oportunidad de iniciar la plegaria, mientras sentía la excitación del humano en su estomago, guac, ¡qué asco!. El humano estaba en lo suyo, la besaba el cuello mientras manoseaba su cuerpo, y a medida que este aumentaba en excitación su plegaria iba culminado. Al sentirlo dentro de su cuerpo, elevó la voz de su cántico, ¿cómo eso siempre la hería?, aún no se acostumbraba a sentir el cómo su cuerpo ardía con fuego por dentro, quemándola, por suerte para ella el no tener emociones se libraba de corromperse cada vez que los sentía adentro, si fuese humana estaba segura que lo odiaría, ¡por suerte hacia siglos que no lo era!.


Lo que había aprendido de ser Ejecutadora era que mientras mas exitado estuviesen los humanos, mas intentaban besarla y ese era el kid del asunto, lograr el anhelo del beso, así le habría el camino al alma, y podía comenzar la purificacion de esta, doble asco, tener que sentirlos dentro de ella y besarlos, por que simplemente no los descabezaba y liberaba el alma; no, tenía que ser con sexo. Claro para poder purificarla, el alma tenía que entrar en su cuerpo para que ella pudiese absorver la corrupción y cuando ya fuese un alma pura, Lilith venía y la llevaba quién sabe dónde.


- ¡Mierda, niña ya estoy que acabo!- le susurró jadeante, ¿por qué mierda no podían acabar sin publicarlo?, simple creían que eso la exitaba a ella, ¡ja!, seguuuroo como que ellos eran los únicos seres inteligentes del planeta. ¡humanos!. Fingiendo inocencia se abrazo mas como si buscara protección y como todo hombre que gozaba del pribilegio de ser ejecutado, cerca del clímax bajo las barreras y se animo a abrazarla, manteniendo la plegaria Lehilha lo fue a besar, cuando sintió el ataque, el ángel se lanzaba furia contra ella, ¡mierda santa! ¿qué cresta estaba pasando?; el hombre con un grito de éxtasis se derramo, antes de salir despachado lejos de ella. Absorta y sorprendida miró por primera vez la transformación, era algo espeluznante, erizaba los pelos de la nuca. ¡Qué mierda estaba pasando! ella nunca antes había fallado. El ángel se cubrió entero de oscuro cambiando su ojos lilas, por unos negros aterradores, su piel similar a la serpiente y su cabello negro como la noche, no queda rastro de la hermosa creatura celestial que había sido.


¡Mierda, mierda y mas mierda!, ahora si que estaba en problemas, la enviarían a la nada. Había perdido un alma, ¡cresta!


Ya convertido en demonio con un siseo la miró con odio, y con una sonrisa sardónica volvió su cabeza hacia el hombre, murmurándole en el oída incitó al hombre a lanzase en furia contra ella. Asustada como el infierno y sin comprender absolutamente nada, ¡ella era la buena! le gritó


- ¡NO!, ES QUE NO VEZ QUE TE PROTEJO... EN QUE PENSABAS, POR QUE DECIDISTE ESTO
- ¿Ejecutora- le siseó, como si ser ejecutadora fuese lo peor del mundo, bueno para ella lo era, pero... kri-kri-kri... se suponía que lo hacia para darles libertad-, te crees tan perfecta que eres capaz de salvarnos? nunca entendiste nuestros caminos, ni porque caímos, ¡él nunca entendió nuestra rebelión!- le espetó el demonio con voz chillona y sisante.


Mientras trataba de zafarse del hombre enloquecido, rogaba por Lilith, si ella no llegaba o un cazador, iba a desaparecer, ni siquiera morir, simplemente desaparecer, vagar en la nada mientras esperase que la perdonasen o condenasen en el día del juicio. Ella no podía créelo todavía y mucho menos hacer nada, no sabia luchar, menos poseía arma, no era su tarea defenderse de demonios, cuando sintió el golpe y como un cuchillo desgarraba su ropa, ni su beso la podría salvar, era un alma del príncipe, y como alma del príncipe era inmune a su beso, ¡mierda! Estaba más que cagada, enteramente jodida, con una plegaria pidió ayuda y rezó por que su ida a la nada por último no fuese dolorosa.

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Rodrigo mientras vagaba por las calles sintió el mismo cántico de cuando había perdido a su familia, ella estaba cerca, ¡por fin la tendría!, lograría su venganza; corrió siguiendo el cántico, aunque no entendía lo que decía, lo estaba guiando como un imán, cuando llegó al callejón y vio al demonio su corazón tronó en una victoria, la mujer ángel aparecería reclamando a la víctima; por cosa inexplicable sintió la necesidad de ver al desdichado, al ver quien era su corazón dejo de latir, el tiempo se detuvo, o se enlenteció no podía creer lo que estaba viendo, había un hombre encima de la niña y esta yacía inerte en el suelo, mirar al maldito psicópata lo descontroló, haciendo su ira tan grande lanzándolo como flecha contra el hombre que inmovilizaba a la niña, no supo como lo agarró del cuello cortándole la vía de respiración, con ganas de matarlo, arrancarle la cabeza. El demonio se fue contra la niña, enloquesido debía exterminar la escoria etérea, terminar lo que el hombre había empezado.


- ¡la tocas, y lo mato!- le escupió al demonio entre dientes, sus ojos estaban lleno de ira. El demonio lo miro incrédulo, ¿por qué lo veía?, el había planeado matar a la ejecutora y luego matar al humano intruso, rescatando a su protegido, pero cómo se percató lo que pasaba en el callejón, nunca habían sido visible al ojo humano, el nunca había sido visto ni siquiera por su protegido y ahi estaba el humano amenazandolo.


- SUÉLTALA O LO MATO- le gritó nuevamente. El demonio retrocedió encogido de miedo, si su protegido moría, él seria arrojado a la nada. El hombre que era estrangulado, había dejado de luchar, se resignaba a la muerte, lo había cogido alguien más loco que él, alguien que gritaba a la nada, si la nada le decía que lo matase el estaba seguro que lo haría. ¡Maldita fuese su suerte!, por caliente moriría.

- No la matare- le susurro el demonio - pero haremos un intercambio, mi protegido por esto- le dijo despectivamente mirando a la chica- si no cumples tu promesa y lo matas cuando yo la suelte, otros como yo te mataran cuando se enteren, siendo tu muerte a manos de un psicópata sádico como le dicen ustedes.
- No me asusta, pero la quiero viva, cuando te alejes lo suelto y te lo llevas, vasta un soplido un silbido y mi gente no tendrá contemplaciones con éste.- le amenazó, seguro que si moría, su gente, aquella cosecha de años lo vengarían.
El demonio se retiró y éste soltó a su presa, que como dirigido por hilos se tiró a la fuga. Corriendo se abalanzó sobre la niña, ella estaba herida y perdiendo sangre, ¡el desgraciado la había violado!, cogiéndola corrió rumbo a su pieza, era lo más cerca que tenía. Ahí pensaría con la cabeza fría. le daría tiempo de chequear en que estado se encontraba.

Rodrigo había olvidado lo que era exclamar a Dios, mucho más el rezar, pero al mirarla, lo intentó, la chica estaba arañada, golpeada y tenia una puntada con arma blanca en un costado, por suerte no era cerca de un órgano vital y menos profundo, gracias a lo que fuese había llegado a tiempo. Lo peor de todo lo que había pasado, era que había rastro de semen, el desgraciado la había violado.


¡Malditos demonios y ángeles!, esta chica no tenía al suyo, no la habían protegido.


La curo como pudo para poder vendarla, otra vez las enseñanzas de su madre lo habían ayudado, dejándola sobre la cama se sentó y espero que su cuerpo se relajara, cuando al fin se relajó su cabeza comenzó a trabajar haciéndole notar que había perdido una oportunidad de lograr su venganza. ¡hijo de puta! se recriminó. La contempló durante tiempo, mirándola descansar, chequeando su respiración, por suerte ya no jadeaba, parecia que dormía. Más tranquilo se dio tiempo de contemplarla, era hermosa, tenía facciones tan finas y se veía frágil, sabía que había dejado ir su oportunidad, pero no se arrepentía, inexplicablemente, la chica le hacia sentir paz. Cerrando los ojos se durmió.

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Lehilha se despertó temprano, su cabeza daba vuelta, intentando recordar lo que había ocurrido miró su entorno, estaba en una habitación pequeña y andrajosa, las paredes estaban rayadas y sucias, no había ventana que le indicara la hora, con un movimiento rápido se levanto cayendo al suelo con un dolor agudo en su costado, por fin recordaba, había estado a un paso de desaparecer, había visto una transformación, pero como diablos se había salvado, como diablos había llegado a esta sucia piezucha como…..


- estás bien- alguien le interrumpió el pensamiento, era una voz ronca por la angustia, cuando lo miró, se dio cuenta quien era, el hombre que odiaba a los etéreos. ¡Dios santo! de todos lo que podrían haberla salvado tenía que ser él y lo peor de todo sintió a su corazón acelerarse, alegre de volver a verlo.
- Como me encontraste- los brazos de Rodrigo la levantaron del suelo dejándola suavemente en la cama, su mirada era ansiosa, como si estuviera preocupado, pero no podía estar preocupado por ella, ella le había sentenciado, ¡mierda como dolía el costado!, cerrando los ojos se concentró en sanar, era parte de su habilidad.
- ¿Estás bien?- volvió a preguntar, Rodrigo no quería tocar el tema de la violación, no estaba preparado para consolarla, no sabía como hacerlo, pero sentía la necesidad de asegurarse que estaba bien, al menos físicamente, con cuidado tocó su frente, su madre siempre hacia eso para saber si estaba bien, cuando toco su piel volvió a sentir la corriente y lo peor fue que ella se encogió, asustada.


Lehilha no quería mirarlo, la corriente la había sobresaltado y lo peor, no estaba sanando, con el humano podría jurar que su cuerpo respondía como si fuese humana y mierda que si tenía que curar, la herida dolía como el demonio.


-¿quién eres?- le pregunto aún con los ojos cerrados, intentando descifrar su misteriosa presencia y alejar el dolor.
- ¿te lo dije, soy Rodrigo, no me recuerdas?- le contestó, tratando de calmarla, parecía muy confundida.
-se cual es tu nombre, pero provocas cambios en mi fisiología- le contesto mirándolo a los ojos intentando buscar la respuesta en su aura, ésta era única, nunca había visto algo similar, todas tenían tonalidades que brillaban o se oscurecían, dependiendo el grado de corrupción de su alma, pero esta era diferente no era opaca, ni oscura, pero menos brillante, sus colores se mezclaban.
- ¿cambios en tu fisiología?-le contestó con una sonrisa torcida, que mujer hablaba así, cuando Lehilha se dio cuenta de su mala interpretación se sonrojó, el aún le miraba.
- No es lo que tú piensas, es normal para mi sanar rápido, y mis heridas duelen como el infierno- le contesto rápidamente, intentando sonar segura.
- claro, si te apuñalaron, niña- le dijo ansioso.
- ¿Niña?- no pudo contenerse y rió, para luego gruñir por el dolor, niña le había dicho y era mas vieja que él.- no soy niña...
- Si tu lo dices- se encogió de hombros
- No lo soy, aunque lo aparento.-susurró, avergonzada, ¿de qué?, no podía explicarlo, menos el sentirse avergonzada, rápidamente cambió el tema, por uno que la hiciese sentir mas cómoda- ¿Dónde estoy?
- En mi pieza, si quieres te puedo llevar a tu casa- le ofreció, al parecer la niña estaba bien, dentro de lo que se podía decir "bien".
- Cuánto he dormido.- Rodrigo miro su reloj, ¡cresta!, era tardísimo, ya no llegaría a trabajar y necesitaba hacer dinero para el arriendo y para Susana.
- Son las seis de la tarde
- ¡Qué!- se exaltó levantándose para volver a caer, esta vez comenzó a sangrar, rápidamente él le ayudó a sentarse, sus ojos clavados en la herida- tengo que curarte y llevarte a un hospital, me tendrás que dar el numero de tu madre o de quien se haga cargo de ti- le dijo preocupado buscando el botiquín.
- No puedo, tengo que irme.
- Como te vas a ir, estas sangrando-gruño enojado
- Lo sé, pero tengo que irme
- NO!- le grito,
- Escucha humano- le contesto tajante e irritada.- si no me voy, no podré informar, tengo que informar de la transformación.- Rodrigo le miró sorprendido, le había dicho humano y le había hablado de una transformación, esto puso su mente y cuerpo en alerta, ella era más que una niña, ella tenía algo que ver con ellos, con esas cosas.
- Quién eres tú.
- Eso no te incumbe
- ¡Al demonio si no me incumbe!- le sujeto sus manos como grilletes, esta vez ignorando la corriente, no la iba a dejar ir, ella le tenía que explicar, ahora comenzaba a entender su falta de acompañante y ¡claro que le incumbía!, el tenia que saber que demonios había pasado en su hogar, que demonios se había llevado a su familia- si quieres informar, tendrás que darme respuestas, no te dejare ir a no ser que contestes mis preguntas, y créeme cuando te digo que las obtendré, y ¡esto si me incumbe!.


Lehilha lo miraba ofuscada, ella no podía decir nada más, él era humano, y si se quedaba, se vería envuelto en la guerra, lo que había pasado no era común, y no tenía un protector que catalizase sus emociones y ahora que lo había visto enojado su aura había cambiado a oscura, era segunda vez que se encontraban y la había visto, sólo cuatro más y sería ejecutado... bueno, por último si lo ejecutaba su alma podría sanar, purificarse, al darse cuenta de lo que esto significaba, sintió como la sangre se iba a su rostro, se sentía avergonzada de lo que esto implicaría. Él la seguía sujetando y su herida seguía doliendo y sangrando, suspirando dejo salir el aire, para calmarse, Rodrigo la soltó al escuchar el suspiro, la estaba dañando.


- Escucha, lo siento- se disculpó mirando su herida y su aura volvió a cambiar - mira no sé que eres, y créeme que no quiero hacerte daño, pero es importante para mi encontrar una persona, es importante para mí que me expliques quién eres, me dijiste humano, me dijiste que no eras niñas, que te curas rápidamente.
- ¿A quien buscas?
- A la muerte- le susurro
- ¿Lilith?- nuevamente su aura se oscureció, mostrando su odio.
- Si ese es su nombre, si ella- le dijo entre diente, intentando calmarse, intentando mantener el equilibrio.
- ¿Qué quieres de ella?
- Venganza- a Lehilha no le quedo otra que reírse, aunque fuese un ser extraño, no dejaba de ser un humano, y como humano era un ser insignificante al lado de Lilith y ella no le dejaría acercarse al etéro, no a un ser corrompido como él.
- Escucha humano, no se los motivos de tu venganza, pero puedes olvidarte de ella, es demasiado pura para que te le acerques- le espeto, irónicamente- eres un simple humano.
- No lo soy, soy un humano que puede ver ángeles, demonios, hadas, duendes, cambia formas, auras, se lo que hacen y lo traicioneros que son, lo he visto desde mi nacimiento, he visto como nos corrompen, como nos traicionan, créeme, no soy un simple humano- Le susurro, intentando calmarse, sus emociones eran demasiado turbulentas, y no podía darse el lujo de perder la compostura, menos cuando ella le sostenía la mirada sorprendida, eso era un punto a su favor, ella no se lo esperaba.
- Ellos no son traicioneros, ustedes los corrompen, he visto su sufrimiento, he escuchado sus plegarias, y anoche vi una transformación, ¡sabes cuantos años llevo viéndolo!- le gritó enfurecida ante semejante blasfemia- sabes cuantos años he visto como ellos sufren y se corrompen.
- Ellos nos corrompen, lo he visto desde mi nacimiento.
- Tu nacimiento, ¿cuántos años?, veinte, veinticinco, créeme humano, no has visto nada, sólo has visto lo que quieres creer, yo llevo siglos viéndolo, siglos de plegarias para salvar las entupidas almas humanas para liberarlos del egoísmo humano, de la avaricia, y ¡tú por tus veinte tanto de mala percepción, quieres vengarte del ángel mas puro!.- le gritó, por qué no podía calmarse ante él, las emociones corrían por su… ¿alma?, lo que fuera. Ahora él era el impresionado, no podía creer lo que ella gritaba, independiente del bando y que la discusión fuese inverosímil, sabía que le decía la verdad, estaba hablando su mismo idioma y le había dicho siglos.
- Quien eres?- le volvió a preguntar
- Soy una Ejecutadora, nací hace mas de mil años, fui una sacerdotisa, y morí como tal- esta vez bajo la mirada.


El retroceder tanto tiempo y acordarse de su muerte le movió el piso, ahora estaba sintiendo pena, desde que había conocido al humano había tenido sentimientos que antes nunca había profesado, ira, enojo, vergüenza, y ahora pena. Confundida no podía pensar en que el le había salvado y a pesar de lo acalorado de la discusión y de sus cambios de humor, no le había dañado, se mantenía distante sentado en la puerta, controlándose, lo sabía por los cambios en su aura, esto la relajó un poquito.- no sé quien eres, pero es importante que escuches, debo informar, ha habido una transformación, y eso es lo más peligroso que puede haber, estamos en una guerra, humano, mientras ustedes disfrutan de la vida tomando decisiones sin preocuparse de ellas, de sus consecuencias, nosotros limpiamos sus destrozos, nosotros hacemos que ustedes sigan la vida y lleguen a viejos. Una guerra entre ángeles y demonios- Lehilha le miraba suplicante, necesitaba salir urgente, la iban a buscar y Rodrigo era una presa fácil para demonios. Sobre todo por su falta de protector.


Rodrigo se paso las manos por el rostro, ella le decía la verdad, lo sentía, claro desde su punto de vista, ella pensaba que estaba en lo cierto, quizás fuese verdad todo aquello, quizás fuese una guerra, pero le habían quitado a su familia, lo habían sacado para quitársela, era su escudo, los protegía y lo habían sacado, lo habían engañado y sobre todo lo habían traicionado. Sin embargo, ella no lo había hecho, él sólo buscaba a una persona y estaba seguro que ella no se lo dirá, no la traicionaría. En conclusión tendría que seguir buscando con su antiguo método, si el seguía a su lado, no podría mantener el equilibrio de sus emociones y ella no era su victima. Cuando se levanto Lehilha retrocedió, asustada, su aura estaba oscura, estaba enfadado, su sorpresa fue cuando abrió la puerta. La estaba liberando.


-escucha, no humana- le dijo irónicamente con una sonrisa torcida- se que me dices la verdad, puedo sentirlo, pero no cambia mi percepción de ustedes. No sé que es un ejecutador, ni me importa, si te dejo ir, es por que estas sangrando y se que necesitas encontrarla para recuperarte y hasta el momento no he hecho otra cosa que hacerte sangrar... y eso lo siento, tú no eres a quien quiero. Cuando salgas te encontraras con un pasillo sigue hacia la ventana y dobla hacia la derecha encontraras la salida, ahora vete Ejecutadora- al echarla, sintió que su alma reclamaba, que no era lo correcto y no era porque se iba con ella su oportunidad de venganza, algo lo preocupaba, algo de todo este lío lo hacia temer por su seguridad, debía seguir buscando donde ella no saliese herida.


Lehilha ignorando el dolor salió, antes de cerrar la puerta sintiendo el impulso le dijo


- mi nombre de Ejecutadora es Lehilha y como Ejecutadora te digo, si me vuelves a ver ignórame, no querrás encontrarte aún con el número siete.- después de advertirse salió de la pieza siguiendo sus instrucciones se encontró con la salida, estaba oscureciendo y pronto saldrían tras ella, debía encontrar a Lilith o buscar un lugar seguro, una iglesia, Mesquita o cualquier lugar de adoración a Dios, rápido, tenía que sanar. Miro hacia a tras, era una casona antigua, tétrica, la memorizó, nunca debería pasearse por aquí, aún no sabia lo que pasaba con el humano, independientemente de lo que él le había dicho, no había pronunciado a los recipiente, ni cazadores, eso significaba que ella no podría ignorar el número siete, independientemente que no llevara la marca. Eso le hacia doler el corazón. El no había sido cruel con ella, independientemente de su rabia contra su mundo, la había cuidado incluso después de enterarse que ella no pertenecía a su mundo que no era humana. Jadeando por el dolor se impulso lejos del lugar intentando sentir la presencia de una iglesia, consiente que ya había empezado su búsqueda, la estaban cazando.

30/8/09

CAPITULO 1


A pesar del fastidio de tantos años haciendo lo mismo, siguió observando, buscando la señal que le advertía que era hora de hacer su trabajo, después de todo, había aceptado el pacto. Casi había logrado, en su tiempo cuando era humana, convertir a su protector, no era para menos una existencia en el infierno; aún le removía la conciencia el haber sido tan ingenua y no darse cuenta en que andaba su protector. Su descuido había tenido un precio, pero por lo menos él estaba bien. Ella a pesar de su miedo se había sacrificado, tras su muerte le habían ofrecido el pacto y ella lo había aceptado. ¡Era eso o el infierno!. Junto con el pacto le habían quitado su alma y con ello sus sentimientos para lograr su objetivo, por un lado había sido lo mejor, para lo que ella hacia no necesitaba alma, menos sentimientos, los extrañaba si, pero no quería sentir y ojalá le hubiesen quitado los recuerdos, esto aun permanecían en su memoria recordándole porque hacia lo que hacia. La ventaja de todo el embrollo que se formo tras muerte, y posterior alianza es que se encontraba incapacitada de sentir culpa o compasión, como Ejecutadora era inmune a los sentimientos de otros y a las suplicas por la vida, era su deber ejecutar lo que ya había sido enjuiciado y punto, esa era ahora su vida.

La playa era un buen lugar para escudriñar, siempre había grupos de jóvenes y mas de alguno había sido juzgado, o había comenzado el juicio. Con un suspiro siguió su camino observando, tantos idiotas, que no sabían el daño que hacían por un poco de placer, un mal juicio, pero ya qué importaba, ella debía hacer lo que había jurado hacer. Recorriendo la playa, buscaba minuciosamente la marca, no era que quisiera hacerlo, pero si no..... uhg! ¡Mejor ni pensarlo!. Sip, mejor seguir observando como los idiotas se jugaban la vida por un poco de placer hasta que metieran la pata y la cagaran, entonces ella entraría en acción.
Nadie la observaba, eso significaba, que al parecer, hoy estaría de vaga.
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Hastiado de tanta palabrería y risas idiotas, se levanto de la arena, excusándose por un momento para ir a desocupar su vejiga, por hoy intentando no mirar, no es que pudiera no hacerlo, pero podría engañarse a si mismo diciendo que no los veía, ser igual que todos los idiotas con quienes compartía.
-¿A donde vas?- le interrumpieron- ¿te arrancarás de nuevo?.- Susana siempre se daba cuenta cuando ya se fastidiaba de todos, incluyendo a aquellos que no eran vistos, salvo por él, obviamente, aunque esto último ella no lo sabía, a pesar que era su parner, nunca se lo contaría, ¡ni cagando!, ya era mucho que siempre le mirase con compasión, para que ahora también le mirase como un loco, no definitivamente no, eso se lo guardaba y se lo llevaba a la tumba.
- Como dije voy a echar la corta.- le respondió con una semi sonrisa, sólo para tranquilizarla. Del grupo, ella era la única que valía la pena responder, ella y su hermano Samuel, los sentía como familia.
- ¿Regresas?- insistió nuevamente, él prefirió ignorarla, aquello que estaba a su lado lo miraba suplicante, indicándole que ella nuevamente lo haría.
- Sólo cuídate- le dijo y siguió su no rumbo, ignorando a todos esos rostros que lo observaban suplicantes, ¿de qué?, no lo sabía, cómo si el pudiera hacer algo por ellos, no pudo hacer nada antes con aquellos que eran su familia, menos podría hacerlo con aquellos que ni siquiera conocía, no era su problema. Por lo único que había decidido seguir viviendo, era para encontrarla y para eso necesitaba a los idiotas a quienes frecuentaba; los rostros de esas cosas ya estaban casi distorsionados, más hacia lo oscuro que hacia la luz, y por lo que había aprendido ese día, de forma muy cruel, era que cuando eran más espeluznante ella debía aparecer, cómo, ni idea, pero encontraría la forma de encontrarla, después de todo para eso vivía.
- ¡concha su…! ¡Qué demonios!- exclamó al tropezarse con algo, logrando estabilizarse antes de caerse, giro para saber con que había tropezado y se encontró con unos sobresaltados y enormes ojos de una figura diminuta con un extraño rostro de niña o ¿mujer?, que lo observaba sin salirse de la impresión.
- cómo…-intento preguntar
- sorry, no estaba mirando- le interrumpió disculpándose rápidamente con esos ojos que lo seguían mirando entre impresión y pregunta.
- no la tienes- afirmo la muchacha con una voz plana pero a la vez dulce-deberías tenerlas…- tartamudeo- no entiendo entonces cómo- volvió a preguntar.
- ¿de qué hablas? ¿cómo que cosa?- la interrumpió confundido, ¿no tenia que cosa?, esta si estaba loca, que pito se había fumado que divariaba.
- nada, sólo no lo entiendo- murmuró.

Ella era rara, pensó temblando de frío con solo mirarla, estaba vestida entera de negro, una solera de algodón y unos jaenes negros, no llevaba nada puesto para abrigarse y eso que el viento calaba hasta los huesos, llevaba su cabello suelto, lo tenia largo con pequeñas ondulaciones, su piel era casi traslucida de lo blanca, su rostro ovalado y hermoso, una mezcla entre mujer y niña, sin embargo inexpresivo, salvo por la primera impresión, obviamente, nunca se olvidaría de esos enormes ojos, y lo mas extraño de la niña, obviando el hecho que estaba sola tendida en la playa, era que ¡ni siquiera tenia la piel de gallina!, él abrigado como un oso, estremeciéndose por el frío.
- ¿no tienes frío?- le pregunto inquieto.
- ¿debería tenerlo?- enarcando una ceja le contesto de la misma forma plana que tenia al hablar, luego volvió a ser el bulto con que había tropezado, ignorándolo. Al parecer estaba durmiendo en la arena, otra chica más sin hogar, se dijo, de pronto volvió a mirarla de nuevo percatándose lo que se le había pasado por estarla admirando, ¡la chica no estaba acompañada!, no había luz ni oscuridad, no estaba ahí, ¡imposible!, todos estaban acompañados, todos, menos él claro, pero él tenia sus razones para no estarlo.

Sigilosamente se sentó a su lado, dispuesto a esperar, ella ni se inmuto, debía estar drogada, se dijo, pero si estaba drogada, debería estar acompañada, volvió al mismo punto, a lo mejor "eso" debió haberse ido por ahí y después volvería, intento explicarse… no es que hubiera visto antes que alguien quedara solo, esas cosas eran como sombras, debía haber una explicación, que él no tuviera un acompañante la tenía, pero ella, cuál era su explicación, no es que fuera a preguntar, lo tomaría como un ezquizo, pero se las arreglaría para averiguar, por ultimo esperando. En cualquier momento debía aparecer su acompañante o significaba que aquella, a la que él buscaba, haría su aparición y ¡ni cagando!, se perdería esta oportunidad.

Cuando el sol comenzó a molestarla, se encontró con que otro día más comenzaba, ayer había ejecutado a tres, usualmente eran menos, pero con la globalización y la mezcla de cultura tarde o temprano subiría su cuota, quizás solo era el principio, pensó antes de darse cuenta que su piel estaba siendo rozada por algo, medio incorporándose se dio cuenta que lo que le rezaba era un polar, como si ella pudiera sentir frío o calor, si no andaba desnuda era por que aún, a pesar del tiempo, su pudor no había desaparecido, además de ser extraño aparecerse desnuda frente al que iba a ser ejecutado. Se incorporó rápidamente para seguir haciendo su trabajo cuando se percato del hombre, era el mismo de ayer y seguramente el dueño del polar. Lo miró detenidamente buscando la marca, eso explicaría lo de anoche, pero nop, no estaba, eso era extraño, todos la tenían cuando se encontraban con ella la primera vez.
- buenos días- le dijo, sacándola de su razonamiento.
- bue..nos días-tartamudeó, sin quitarle la vista, esperando a que apareciera. Luego se percato de lo evidente, no estaba acompañado, eso podría explicarlo todo, era un ejecutador, igual que ella, pero dos ejecutadores en la zona era imposible y sobre todo ridículo. – eres ejecutador?-se atrevió a preguntarle.
- ¿perdón?- le respondió extrañado, al parecer aún estaba volada- ¿a qué te refieres con ejecutador?
- a nada, simplemente trataba de responderme algo. ¿qué haces acá? y ¿por qué me has puesto esto encima?. - le dijo tomando el polar.
- ¿el polar?, me pareció que anoche iba a hacer mas frío de lo normal y no estabas muy arropada que digamos.- se encogió de hombros, restándole importancia al gesto.
- no lo necesito- se lo entregó- aún no me respondes, que haces durmiendo a mi lado- esta vez fue mas directa, intentando no levantar más sospechas de las que podrían haber levantado por sus preguntas. El suspiro, como si fuera obvio, la respuesta.
- me pareció que era lo correcto... después de todo eres una menor, ¿supongo?, y no deberías dormir en la calle.
- correcto, no me conoces.- le contestó incrédula, al ver que era un tipo con gestos amables.
- quieres comer algo- se atrevió a preguntarle, no iba a permitir que se le escapara su oportunidad- debes tener hambre- insistió.
- hambre, jajaaja, seguro- le contesto de forma irónica y casi molesta, como si pudiera tenerla.- escucha, no como, no tengo frío y debo trabajar así que, si es mi tarea te veré de nuevo, si no- dejo un espacio a su afirmación buscando una respuesta a eso, definitivamente sip, muy extraño- nada es perfecto!- se encogió de hombros y siguió su camino. Pero el hombre la seguía, por qué alguien que no estaba siendo juzgado la seguía y sobre todo por que no estaba acompañado, eso era más que raro, ¡en fin!, lo que fuera no era de su incumbencia, nada de lo que no estuviese dentro de los parámetros de su trabajo era de su incumbencia; así que la respuesta no la tendría, pero ahí estaba él, siguiéndola de forma persistente. Se dio la vuelta para encararlo.
- ¡por qué me sigues!- le espeto ofuscada- ya te dije que no como, no tengo frío, no necesito de ti.
- perdón, no quería molestarte- le respondió sorprendido por el enfado de la chica, era raro que no tuviera temor, usualmente, si un hombre adulto sigue a una menor se debería mostrar temor, no enfado.
- ¡molestarme!- molestarme, se dijo para si misma, pensó un momento, por qué se molestaba, no debería pasar, no debería molestarse, ni sentir curiosidad, nada, ese fue el trato, pero estaba molesta, mucho y sobre todo muy curiosa con el humano.
- sorry, no quería molestarte- levanto las manos en gesto de paz- sólo que me enseñaron a cuidar de los menores que duermen en la playa o en la calle, una vieja costumbre, no hacerme el tonto e intentar ignorarlo- le contesto sin pensarlo con una verdad, con un leve encogimiento de hombros, quitándole importancia, pero claro que no era el verdadero motivo, pero era verdad, por lo menos lo fue antes que ocurriera el desastre. – escucha no te voy a decir que vuelvas a tu casa o que me cuentes tu historia…-pero espero escucharla, se dijo a si mismo- solo quiero que comas algo y después sigues tu camino.

Ella pensó un momento, sip, definitivamente debiera aparecer en cualquier momento, sino seria imposible que la viera, no era hombre de jurisdicción de cazadores, ni recipientes, mucho menos de consejeros, si fuera un consejero tendría un aura deslumbrante y un muy feliz acompañante, y a pesar de que era obvio que no los tenia, estos últimos ni siquiera sabían que tenían un rol en todo este asunto, mucho menos verla, seguirla e invitarla a comer algo, absurdo, ridículo, definitivamente no entendía nada de lo que estaba pasando. Se detuvo un instante para mirarlo detenidamente, era joven, aunque sus ojos demostraban abatimiento, cansancio, su contextura no era delgada ni gorda, más bien su cuerpo decía que era trabajador de fuerza bruta, que de intelecto, su piel era mestiza, entre nativa y extranjera, y su cabello era castaño ceniza, desordenado. Era un hombre guapo. Se detuvo ahí, ¡Guapo!, que diantres estaba pasando, desde cuando se preocupaba que si los humanos eran guapo o no. Esto era raro, enfado, curiosidad y ahora pensando en esto.
- bueno que me respondes- la interrumpió el hombre
- bien- le dijo de forma casual, si bien aún no era asunto suyo, por lo menos debería confirmar el “aún”.
- bien-le respondió con una sonrisa, y ella lo encontró más que guapo.
- me llamo Rodrigo- se presento mirándola, mejor dicho escaneándola, esto la incomodo mucho, la hizo sentirse avergonzada, si fuese avestruz, escondería su cabeza en la arena para que este no la siguiese viendo así. Mejor mantenerse callada.

El solo se encogió de hombros y comenzó a caminar.

Caminaron en silencio hasta llegar a un puesto al paso, donde vendían desayunos, con las tres b, bueno, bonito y sobre todo, muy barato, la chica, no hablaba, sólo caminaba y muy de vez en cuando lo observaba como buscando algo, quizás aún esperaría que la asaltara y la violara, por fin desconfiaba de él, pensó, después de todo la habría encontrado durmiendo en la playa. La volvió observar, pero esta vez, no para buscar esa cosa, sino para seguir admirándola, su rostro le era extraño, una mezcla entre niña y mujer, su cuerpo era de una adolescente entre catorce y dieciséis años, delgada y sin muchas pechugas, de estatura pequeña, sus ojos y su postura era de una mujer, una adolescente estaría ajobada por su falta de pechugas, pero ella estaba erguida y segura, no había ingenuidad en su mirada, ni tristeza o algo, era una mirada muy vacía, carente de expresión, pero a la vez profunda y vieja, y si, como para justificar su escudriño, su acompañante aún no aparecía.
- te apetece pan tostado y una taza de café.- le invitó, un poco avergonzado por mirarla de esa forma, al parecer era una niña y él... un adulto.
- Bueno- le contestó como si nada. Incapaz de resistirse la volvió a observar, no se cansaba de observarla, extraño en él, ya que, no sólo, la miraba por buscar a su acompañante, sino que también sentía curiosidad y preocupación, definitivamente, esto cada vez era más extraño, desde el desastre, se habría alejado de adolescentes que perdían el rumbo, sin embargo, realmente estaba sintiendo la necesidad de ayudarla, a parte de su curiosidad por entender lo que pasaba ahí, y su caza, obviamente.
- Hola Rodrigo- le saludo la dueña de la posada- aún no te vas a trabajar hombre, vas a perder el trabajo y como están las cosas, no deberías darte ese lujo- él le sonrío, María, era una mujer vieja, gorda, que se ganaba la vida atendiendo su puestecito de sándwich y escuchando la vida de otros. La conocía desde mucho, desde que trabajaban en familia, allí llevaban a otros adolescentes a desayunar.
- Hoy no tengo que ir señora María- le contesto con una sonrisa- ¿Susana no ha aparecido por aquí?- le pregunto sabiendo que si eso tenia ese rostro de suplica, lo mas probable es que no la viera en unos cuantos días, a pesar que lo sabia y debería estar acostumbrado, aún se preocupaba.
- Nop- hace tiempo que no la veo por aquí, desde que te as alejado de estos lugares, pero por lo que veo- le dijo mirando directamente a la chica que dibujaba patrones en la mesa sin prestar atención.- has vuelto a lo tuyo, no sa….-Rodrigo la interrumpió inmediato, el no había vuelto y nunca iba a volver.- no se equivoque, no he vuelto.- le contesto cortante. La mujer le dio una sonrisa de paz y le entrego su pedido.
- Toma- le paso las tostadas con el café y el comenzó a sorbetear el suyo.
- ¿Rodrigo?, le llamo sin mirarlo a los ojos
- Mmm….
- A qué te dedicabas antes
- ¿Perdón? – le miro de reojo, sin dejar de comer.
- A qué te dedicabas antes… sentí… como a esa mujer se le se le ilumino el rostro cuando lo mencionó.
- Como te dije, ayudaba a adolescentes confundidos a encontrar el rumbo a su casa o simplemente los alimentaba y escuchaba.- le contestó con un suspiro, cada vez perdiendo la esperanza de que apareciera. Ella suspiró, como si no aguantara más la situación y lo miró fijamente.
- ¿Por qué no tienes un acompañante?¿ no es normal que gente como tu no tenga un protector?- Rodrigo, casi se quedo de una pieza, atragantado por el pan, era imposible que ella supiera algo, o era igual a él, ¡qué demonios estaba pasando!. Pero no le iba a responder, quizás mal interpreto la pregunta, se apresuro a pensar, mejor clarificar.
- A qué te refieres por acompañante- ella lo miro con cansancio y resignación y a él le pareció que no era adolescente.
- Ya sabes, todos tienen uno,- bajando la voz para que la señora no escuchara le dijo entre susurros- Ángeles.




CAPÍTULO 2


Durante años vague entre humanos, concentrada en mi objetivo, era lo que más deseaba, que todo terminara, que por fin él tuviera la oportunidad de amar, pero como siempre, el libre albedrío me jugaba bromas, haciendo mi labor tediosa y en otras ocasiones casi irónica, cuantas veces los vi cruzarse y nunca se miraron, aunque yo podía sentir la atracción, pero ellos la ignoraban y continuaban con sus vidas. Cuantas veces quise intervenir, pero todo tiene un equilibrio y un fin, yo más que nadie sabía las consecuencias de una mala decisión, un pequeño deseo cambiaba todo cuando era ejecutado. ¡Siglos esperando! y por fin, ahí estaba él nuevamente, pero su acompañante me dejó con la boca abierta, lo supe de inmediato, era mi momento, rápidamente cambié de forma, me escondí de él, intentando que no me reconociera, no debía interferir, si él me reconocía lo cambiaría todo nuevamente, no estaba dispuesta a perder esta oportunidad por nada del universo.

Cada día me llenaba de impotencia cuando tenia que ir a consejo, mi corazón se partía al verlo sufrir con los cambios y decisiones que los humanos tomaban, dañando todo a su paso, lo veía sufrir por ellos, humanos que egoístamente nos dañaban, humanos que no estaban destinados a saber de nuestra existencia, pero sin nosotros sus almas se perderían y el príncipe de los caídos la tomaría, alegremente. Él sufría en silencio por todos, no tanto por humanos, por nosotros y por los caídos, sean arrepentidos o no, después de todo éramos sus hermanos, los nacidos después del despertar. Él tenia un sufrimiento mayor, amando pero nunca amado, ese era él, uno de los mas poderoso de nosotros, nacido en un comienzo junto con Lucifer y Lucían. Ese era el karma de ellos lo primeros en nacer, los únicos con emociones, en la cumbre de nuestra jerarquía, ellos nos abastecían con sus emociones, permitiéndonos sentir y amar, funcionar, pero ellos que a diferencia de nosotros eran los más parecidos a los humanos en emociones y necesidades, nunca serían amados. Por un lado estaban los escépticos que nos ignoraban, no creían en nuestra existencia y por otro lado aquellos que nos buscaban, sin embargo estos últimos nos daban características utilitarias, un ser tan puro no encontraría en ellos quien lo amara sinceramente. Pero por fin había llegado el día, ahora se habían visto e incluso intercambiado palabras, era el principio de todo. Claro no es que se vieran como yo deseaba, algo era algo, no debo interferir, me dije nuevamente.

Lo más chistoso de todo esto, fue cuando le vi por primera vez, en esta época, supe que era el tiempo cuando reconocí a su acompañante, Lucian. Qué demonios estaba haciendo Lucian en todo esto, lo complicaba aún más, cambiando mi forma, e intentando pasar desapercibida para Lucian, rogué por que aquel niño se acercara a mi y deseara mi compañía, tuve que esperar mucho. Grande fue mi sorpresa cuando al pasar los años, note que él podía vernos y no tan solo a nosotros sino también al resto de creaturas, de los mundos etéreos, Odinas, Selfos, Salamandras, Gnomos. Su alma era tan pura que podía convivir con nosotros, atrayéndonos, pero el se asustaba de nosotros y no era para menos, el tiempo había corrompido más a los humanos y nuestros protectores sufrían por sus protegidos, por sus decisiones egoístas, disminuyendo la intensidad de su luz, y para el colmo también estaban los del inframundo, demonios que de vez en cuando intentaban acercarse, pero ahí estaban ellos creaturas de los mundos etéreos protegiéndolo y sin contar a Lucian, claro que este último su pura presencia los alejaba. Su contra parte era Javiera, su hermana, ésta era un alma corrompida y su protector prácticamente no brillaba, su codicia y envidia hacia que él se corrompiera y sufriera, pronto tendría que enviar al ejecutor. Gracias a la pequeña corrupta, tendría mi primera oportunidad, se verían, cuan feliz fui cuando me di cuenta, pero otra vez el libre albedrío se burlaba de mí, Rodrigo nunca la dejaba y su aura era tan clara y pura que lograba compartirla con ella logrando que su protector catalizara lo oscuro con luz. Y no solo ella, cuando comenzó a acompañar a sus padres, consejeros en nuestro orden, se convirtió en uno y compartía también con otros, logrando que los juicios y mis oportunidades se fueran a la mierda.

- Lucian- le dijo un día a su acompañante- No logro saber que le pasa a Javiera, esta tan distante y mis padres ya no brillan, siento que sus ángeles están angustiados y oscuros.- Lucian lo miro tristemente, no podía consolarlo con palabras, vi como Lucian entonaba su cántico, hacia mucho que no lo escuchaba cantar, era lo mas hermoso que podías escuchar cuando uno de ello alzaba una plegaria, la de él iba dirigida para que su luz, su aura no cambiarse, no se corrompiera. Me imagino cuan triste y preocupado estaba, era su segunda vez de protector y sentí que no quería volver a fallar, y sufrir. Rodrigo era un raro espécimen, un escudo protector que ejercía de consejero. – el ángel de Javiera no canto cuando ella nació- continuó Rodrigo, sus ojos cerrados escuchando a su protector- vi como la observaba, vi como todos la observaban, supe que algo no iba bien con ella, su luz no era igual a la mía, ni a ningún otro bebe, era como la de mi padre…¿no se supone que uds. nos protegen, los he visto sonreír y acompañar, siempre limpiando siempre cantando, por que con ella no.- continuo hablándole, observe Lucian llorar nuevamente, nunca quise que el volviera a llorar, su lamento para nosotros era doloroso y lo peor aun, yo sabia que él lloraría aún más.

Lucian una vez tubo un deseo y al igual que todos nosotros, tenia la opción de ejecutarlo, y casi lo logra, si no fuera por su protegido, sin embargo su accionar había dejado su huella, tanto en él como en el Mundo Celeste. Ese era el motivo de mi lucha contra mis deseos, por eso luche con tanto ahínco contra mis anhelos, respetando el orden de las cosas, si fuera yo la que sufriría eternamente, exiliada, no me hubiera importado intervenir, si con eso lograría la felicidad de él, pero lo había visto con Lucian y un deseo egoísta, por parte de nosotros, desequilibraba el sistema, hacia sufrir a muchos y sobre todo a quien más te importan. Nunca podría soportar verlo sufrir como sufrió primero con Lucifer y luego Lucian, él sufría, era parte de su karma, pero nunca lo querría ver como Lucian había sufrido, ¡nunca!. El sufrimiento de él nos marco a todos.

- Por qué tu no tienes un ángel- la Ejecutadora interrumpió mis recuerdos, vi la duda en Rodrigo, pero luego le contestó.
- Lo desterré, le dije que nunca se acercara a mi.- le contesto desdeñosamente, el solo recuerdo de Lucian, le traía malos recuerdo. Según el humano Lucian lo había traicionado, todos nosotros le habíamos traicionado.
- ¿Lo desterraste? ¡pudiste hacer eso!- le contesto impresionada, según lo que le habíamos informado cuando pactamos con ella, ningún humano podía sacarse a su acompañante de encima, su accionar los engrandecía o los trasformaba, pero nunca los alejaba, mucho menos el humano debería verlos, sólo los que tenian alianza con nosotros en el orden, podian.
- ¿Para qué quiero uno? ellos son egoístas, son la mentira mas grande que nos han contado, en nuestra historia.- contesto irritado. Lehilha lo miro impresionada y hasta divertida, la Ejecutadora siempre nos había amado, aun no se perdonaba lo de su protector, me sentía divertida observándolos, Lehilha se encontraba divertida, hacia siglos que no la veía experimentar emociones, sentí su confusión ante esto, Rodrigo la descolocaba, el despreciaba lo que ella más amaba, haciéndola sentir irritada, y esto para ella era como la ambrosia, sin embargo, yo sabia que no dejaría pasar aquel sacrilegio contra nosotros. Se levanto de la mesa dispuesta a retomar su rumbo, me asuste como el infierno cuando lo vi, no debo interferir, me repeti nuevamente, sin embargo el humano la sugeto de su brazo utilizando sus manos commo esposas, eso hizo correr corriente por su cuerpo, ¡por fin!, exclame para mis adentro, el juego comenzaba.

Nightwish Creek Mary's Blood y Dark Chest of Wonders (End of An Era)

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